Taches Arriba: el momento del agradecimiento
Hola.
Decía el mes pasado que esperábamos “el final, la final, los finales, las finales”. El reloj, de forma presurosa, marcó su horario para dar por terminado el año para Millonarios.
Mientras tragamos con odio el humo de la temporada que viene, hasta nuevo aviso quedaremos en silencio. Anestesiados luego de la derrota ante el DIM, América y Nacional en el cuadrangular, trataremos de sacar otra espina adicional por perder la final de la Copa ante Atlético Nacional: ella es bastante incómoda y no nos deja tragar saliva sin dolor o molestia. Esos tres equipos sentenciaron una parte del año embajador. Y hay deuda en los últimos seis meses: la desconcentración en esos dos minutos en la final en el Atanasio Girardot, muestran que a veces carecemos de la adecuada fortaleza mental que necesita un equipo en modo proceso, que se alista para marcar la época que todos esperamos. Es una buena paradoja: a nadie le gusta perder finales, pero a todos les apetece jugarlas y así como nos gusta ganarlas, solo dos pueden llegar a disputarlas.
A pesar que el presente es lo único que parece contar, no es justo perder de vista que hace seis meses estábamos celebrando un título ante un rival enconado y tradicional. Ahí fue donde la algarabía se confundió con la responsabilidad y mi frase favorita de 2023 fue dicha por Don Alberto varias veces: “es que nosotros nos buscamos esto”. Encontramos un sinfín de partidos dentro y fuera del país: casi ochenta, o más de ochenta, ya dan igual. Sin rotación y sin descanso entre un torneo y otro, ya empezamos a jugar con esa ilusión difusa e históricamente pendiente llamada Copa Libertadores. Sin fase previa mediante, en grupos, ese certamen será, en el peor de los casos, transformada en octavos de Sudamericana siendo terceros de tres rivales que no conocemos. Todavía no es el mañana y no sabemos qué nos deparará.
Termino agradeciendo lo que considero un año excepcional para Millonarios. Jugar dos de cuatro finales es maravilloso. Así, la vara de exigencia del hincha se volverá más alta: es el abolengo quien nos obliga a pensar en esa matriz. Lo que no les han dicho y no nos hemos repetido con suficiente constancia es que este proceso todavía no acaba, es invariable y está proyectado a varios años más. Pero como ya que nadie quiere esperar, existe la urgencia del ahora cuando la impaciencia es alarmante. Parece que será una catástrofe el fin de semana que empatemos como locales ante cualquier rival. Ganar es la única opción posible y admiro los hinchas que son así, aquellos que solo saben y solo les sirve salir victoriosos; por mi parte y en medio de mi gratitud con toda la institución, tengo claro que habrán dudas en el camino y ellas nos obligarán a repensar cómo es tener un revés en la vida y cuál es la mejor manera de sortearlo.
Deseo que en los años venideros recordemos con cariño este que se acaba, porque ser objeto de admiración por parte de otros clubes no da título alguno, pero sí nos ayuda a recuperar el prestigio que alguna vez extraviamos: ese que tanto les recordamos a los demás hinchas de otros equipos.
Por último, un pensamiento de José Saramago para el futuro que ya llegó: «Siempre acabamos llegando a donde nos esperan».
Hasta pronto.
Leandro J. Melo C.
X: @lejameco