América Millonarios Cuadrangulares 2023

Canto de gol: el vaso medio vacío

Es una maldición, y muchos pensarán que es un tema de rencor, de no saber superar las caídas, que es un accionar típico de una relación tóxica. Millonarios es todo lo que yo más amo en la vida, pero no es un amor tóxico. Pienso que, más bien, es que el corazón aprende a protegerse ante tantos golpes; y después de ellos, uno como que aprende a disfrutar las victorias en la euforia del momento, pero al pasar la noche tranquila y feliz, a despertar y darse cuenta de que nada fue un sueño pero con la mente descansada se trata de ver todo con una perspectiva un poco más fría y centrada.

Haciendo un uno a uno, creo que no le encuentro fallas a Álvaro Montero, salvo el tema de los saques, que por aire no fueron tan precisos y por tierra nos llevaron a sentir dolor en el brazo izquierdo. Los centrales tienen que mejorar en la perfilación, en el caso de Andrés, y la entrega riesgosa, por el lado de Juan Pablo. La velocidad en los mano a mano de ‘El Curioso’ Arias fue un dolor de cabeza, por eso fue fantástica la inclusión de Omar para apoyarlo. El capitán también debe corregir algunas entregas, aunque sabemos que sigue buscando su pico en el nivel. Tal vez sea por la tranquilidad que lo posee o que todo el equipo a su alrededor y sus rivales jugaban a otra velocidad y lo evidenciaban, pero el trote de Larry me sumó unas diez canas más anoche.

Lucho, hermano, no puedes pagarle el sacrificio y la lesión a Leo y pegarle tan suave a un remate que sentenciaba todo y nos habría permitido respirar un poco menos agitados en el resto del segundo tiempo. Ayer le tenía una fe enorme de resarcimiento a Edgar, pero sigue en deuda con un plantel que no para de confiar en él. Y el último tiro libre del partido, aunque a mi mamá la sacó de cabales insultando a Elvis y sus casi infaltables amarillas, es todo culpa de un Fernando a quien no sé si la edad o el trajín mismo del campeonato le pesa, pero con un enganche, un remate que diera un rebote a un lateral o tiro de esquina, o cualquier otro intento de zafarse del balón, habría culminado el juego y evitado otro preinfarto con el último balón al área azul.

La maldición, entonces, se trata de que en las derrotas y los malos momentos trato de rescatar lo bueno, porque igual el caído ya lo está y tirar mierda no lo va a levantar. Sin embargo, cuando vienen las victorias tiendo a ver lo malo y lo que no debió ser, lo que hay que corregir, lo que no puede repetirse. Eso me pasó esta mañana y me pasa en muchas mañanas después de aquel 2019 (tal vez todas las precedidas por tres puntos en la bolsa). Por ello mencionaba que muchos lo llamarían «rencor». Pero sigo con aquella cicatriz, y no le puedo pedir a mi alma olvidar y superar sin un resarcimiento y, al mejor símil colombiano contemporáneo, no puede haber paz sin reparación. Una que sólo llegará con la estrella 16. Todo esto hoy, sin duda, HOY pesa mucho menos en la balanza de esa paz de mi corazón, en el que la felicidad y la ilusión apaciguadas por ese raciocinio del día después están a punto de salirse del pecho.

Por supuesto, el canto de gol para encontrar ese equilibrio, no darme tan fuerte y seguir enseñándome a disfrutar el hoy, es ‘Y dale alegría a mi corazón’, del inmenso Fito Páez: https://www.youtube.com/watch?v=PjrYmvtZ2PY

Carlos Martínez Rojas

@ultrabogotano