El día después: la sombra de la presión indebida
Es la oscuridad y la influencia que otros ejercen sobre nosotros. Parece que nos persiguen y lo harán hasta el final del siglo. Le tenemos manía, fobia, las detestamos, pero sin ellas no sería posible entender cómo nos han hecho seguir adelante.
Alguna vez el Real Madrid y sus directivos idearon un manual de comportamiento de sus jugadores. En uno de sus postulados, indicaban que protestarle al árbitro era símbolo de debilidad. Apenas terminó el partido, Don Alberto fue hasta la raya del medio campo. Sacó a sus jugadores, porque él quería hacerse responsable en nombre de ellos. Reclamó que no hubo justicia. Mackalister y Montero, líderes del momento más no del contexto, también les dijeron una que otra palabra a los jueces. Presión indebida. Todo se resumió a una pregunta de Alejandro Pino en Twitter: ¿lo nombraron porque es el hermano de Óscar Julián Ruiz? Ahí todo cobró algún sentido.
Hoy en día es muy fácil arbitrar. El fútbol ha tenido una evolución constante y con la llegada de la tecnología, mediante el VAR, la posibilidad de equivocación in situ es latente. Sin embargo, esa desenvoltura no es para todos. Allá arriba también se equivocan y lo seguirán haciendo, porque es el juego que muestra mayor evidencia de injusticia. Gracias a la pregunta del colega, es muy fácil deducir que el mentado ex árbitro, el mejor de su época y el más sobresaliente de la historia de nuestro país, parece tener el imán bastante afinado a la brújula de los nombramientos. ¿Lo podemos demostrar? No. ¿Hay evidencias? Tampoco. ¿Qué nos queda? La sospecha. Nos gusta recelar. Es el deporte favorito del hincha.
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Millonarios tiene problemas: ha olvidado la alegría del resultado, ha mancillado el deber del buen juego, duda de sí mismo y sigue peleado con la comodidad. Carece de la definición que hace un tiempo no muy lejano nos hizo disfrutar. No está en sus cabales. Está batallando contra los demonios de su propio sustento teórico y táctico, que no es otro que el dogma respetar el balón, hacer goles y jugar bonito para estar arriba. Aún con dos partidos pendientes y a escasos puntitos de la clasificación, porque anoche se sumó uno, ha ingresado en una fase peligrosa: dejar de reconocer las carencias propias culpando a “esos vestido de negro”, quienes tienen pecados sin confesar, pero sin ser jamás los responsables directos de nuestras propias falencias.
Anoche dejamos la impresión de la incapacidad para maniobrar con maestría cuando las cosas no salen bien. Que nada ni nadie nos siga hostigando: el hermano de Óscar Julián no es Óscar Julián. El tiempo avanzó: ¿nos vamos a quedar durmiendo con la sombra del pasado? Hay que superarlo.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco
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