El día después: discurso excesivo
“Estamos en camino entre los espejismos” es una frase de una canción de Soda Stereo, que la pueden encontrar en el disco “Signos”.
Cito esa línea porque después del clásico bogotano las secuelas son imborrables. Pasamos de jugar un grandioso partido sin victoria, a deambular por el Atanasio Girardot pateando fuera del área más producto de la tensión y el desespero antes que la virtud. No fuimos constantes, eficientes y señoriales: Millonarios jugó con la mochila cargada de plomo, el peso de la tabla de posiciones. El buen juego mostrado en el clásico es un fantasma que tiende a la desaparición.
Hay momentos donde los dirigidos por Alberto Gamero se pierden en el vacío, en el ostracismo del esquema de juego. Pensamos que ese 4-2-2-2 es eterno y que con apenas cinco cambios podemos darle vuelta a un marcador. Por supuesto que hay mutaciones en el sistema pero todo se va al traste cuando no entendemos que la suerte, negada, no siempre es el factor diferencial. No poseemos un talento extraordinario: apenas rozamos por momentos de buen juego. Y sigue sin alcanzar. Y este equipo trabaja mucho, nos dicen.
Mis amigos me cuentan que ya son seis penales los que le han dejado de pitar a Millonarios. ¿Por eso es que no podemos ganar? ¿Acaso es porque estamos esperando que algún juez se apiade de nosotros dentro del área? No volvemos a perder por causa de eso, sino porque somos insuficientes y no encontramos coherencia en el discurso del técnico, que nos dice “este equipo invita a ilusionarse”. Si Elíser es el chivo expiatorio, los demás jugadores también deben ofrecerse como mansos corderos al matadero.
Arley Cardona fue el periodista designado en la raya de juego para cubrir a Millonarios. Dijo que charló largo con nuestro técnico y que, según él, los directivos azules son conscientes que este equipo necesita reforzarse y, palabras de Gamero, se enfocarán baterías para el segundo semestre. Está bien perder el partido, ¿pero ya perdimos el primer semestre en Liga? Todo pasa por el juego mental.
Decía Juan Pablo Varsky, colega argentino, de Miguel Ángel Russo, flamante campeón de Superliga argentina: “Su prudencia en la palabra contrasta con su pasión en la actividad. Hace mucho más de lo que dice. Contracultura en esta era del discurso excesivo”. Al buen entendedor…
Al menos el único que tuvo decencia fue Javier Reina: gol en silencio, sin celebración desaforada.
Próxima parada: Once Caldas de Manizales el próximo viernes 13. Que no sea una película de terror.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco