El día después: la derrota salió barata
El fútbol moderno obliga que el delantero, el nueve, sea el primer defensor. Lo que nunca pensamos es que el error propiciado por Rambal haya sido el primer pase para que Medellín se llevara la ventaja en el Atanasio Girardot.
Nosotros, los que no somos iluminados en la táctica, tenemos un poco de sabiduría, propiciada por todos esos años de juego que hemos dedicado al equipo: vimos desfilar demasiados técnicos con ideas disímiles, con resultados diferentes. Anoche nosotros entendimos que el Millonarios de Jorge Luis Pinto no juega bien y que hubo justicia en el marcador final. Es más: la sacamos muy barata.
Dentro del escándalo generado en la idiosincrasia ética del comentarista televisivo, quien indicó que un jugador debe gritar todos los goles porque “el equipo es el que le paga” (como si los equipos tuvieran derecho sobre los sentimientos personales, ¡válgame!), hubo un detalle que resaltó la manera evidente del andamiaje propio: Millonarios perdió el balón en un 75% del juego. Esto debería ser más escandaloso: tenemos un equipo que, como reseñamos, ya no está fresco en su armazón y que parece tener cansancio, mental o físico. El agotamiento sentimental parece calar profundo: hay muchos jugadores que están en bajo nivel. Normal o no, eso no pasaba.
Si es por culpas, el error del defensa es personal y sanseacabó. Pero no reparamos en las condiciones para que nos ataquen: la presión que alguna vez Duque y Jaramillo ejercieron sobre el rival, con deportividad y liderazgo, hoy se extraña en el equipo. Hay un boquete en el medio campo que sirve como autopista para que cualquiera transite con tranquilidad. Germán Cano, exquisito goleador, paseó la defensa varias veces porque entendió que ella jugaba junta, en línea rígida: al final decidió tirar un paso atrás para llegar en soledad a resolver un posible gol. Cano tuvo tres veces el arco a su disposición, dentro y fuera del área: solo hasta el error pudo cobrar.
El empate de Chicho fue apenas una anécdota con ese tiro de esquina. La desatención de los rivales ayudó para que marcáramos un gol cuando ya expiraba el encuentro. El fútbol no es de merecimientos y acá se afirmó que aun jugando mal, no se discute si eso ayuda para salir campeón. Medellín sintió el error de ese empate como una trompada artera, olió peligro y se rebeló contra su propia suerte: el resto es historia.
Salvo lesiones, cambios cantados: Carrillo por cualquiera de los volantes centrales; Barreto por Pérez; Elíser o López por Hansel. Y no tenemos más, no tanto por amplitud de nómina sino por estilo de juego. Anoche, un tertuliano también televisivo, ex jugador que pasó por Millonarios y nos ofreció disculpas porque llegó bastante fofo, dejó un concepto totalmente válido. Explicaba Valenciano que “el Millonarios que armó Pinto estaba diseñado para un ariete que aguantara el balón; con base en esa figura, era que Millonarios se sostenía”. Ahora llegó un nueve costarricense y no sabemos si será la solución.
¿Llave indefinida? ¿Un gol en desventaja nos “ayuda”? ¿Aguantamos el partido de vuelta y contraatacamos, o nos dejamos llevar por el ímpetu del desorden reflejado hasta hoy? ¿Podemos jugar peor? Son preguntas sueltas.
Próxima parada: nuevo viaje a Neiva, contra Huila, que se paró bien en el último partido contra Nacional (y salió goleado).
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco