Taches Arriba: blanco de verano
Mientras mezclo vino blanco, gaseosa de igual color, hielo, uvas sin semillas y manzana, puesto que estoy preparando un suave y refrescante brebaje alcohólico, pienso en estas pocas cosas.
Que hay un club de fútbol verde divorciado de su hinchada, ese que muestra resultados en la tabla de la Liga, pero ahora ha decidido cesar a su técnico extranjero para darle paso a un joven que estaba listo para otra tarea muy diferente. Que hay un club rojo y blanco bogotano hundido en asuntos dramáticos y cómicos al tiempo, tales como aplaudir un gol del contrario: asà haya sido convertido por el otrora Ãdolo, resulta risible, divertido y vengativo. Que el escarlata caleño, ahora que levantó su nivel, decidió hablar al ritmo de la tonada gomela de un técnico precoz, amo de la táctica y del verbo complejo, pero que seguirá siendo mirado de reojo ante el más mÃnimo descache. Y que el blanco de Manizales, para terminar mis ejemplos mentales, debe tener contento a su Ãdolo de apellido Moreno, porque está en la búsqueda de un récord personal y no le importa pelear de frente con un viejo zorro de la enseñanza, como Don Pedro, y se le olvida a ellos dos que la institución sigue coqueteando con el descenso.
No tengo tanto tiempo para mezclar los lÃquidos y sólidos en una hermosa copa de plástico, ya que mis amigos esperan, y pienso al tiempo en otros clubes que no están en crisis, sino que navegan en la tibieza propia de un campeonato mediocre: en apenas tres partidos con igual número de victorias al hilo, pueden estar en la parte alta de la tabla. Hacen cuentas para sus adentros: con 29, 30, 30 más goles, o 31, será suficiente para estar en los cuadrangulares de Liga. Esos que pasan desapercibidos meciéndose al compás de las fechas, que no trascienden y no mencioné, sà existen y aportan cantidad antes que calidad.
Llega el momento de usar la cuchara para mezclar esos insumos y rememoro cuando nosotros estuvimos al borde del descenso y un penal atajado fue la salvación de esa vergüenza que otros sà llevan a cuestas. Cuando nos pintaban la cara en El CampÃn. Cuando comÃamos arroz con huevo. Cuando en los noventas apenas saboreamos la cerveza Tecate en una copa inane. Cuando en el inicio de los dosmiles Ãbamos más por amor a las historias que nos contaron nuestros padres y amigos, antes que por los resultados. Cuando diez años después de los dosmiles sufrÃamos por entrar a esos cuadrangulares. Y luego, aunque ganando poco, empezamos a emerger.
Ha costado llegar hasta acá. Con un poco de suerte y atino, nuestro lÃder y caudillo, Don Alberto, celebró 1000 partidos dirigidos, 200 de ellos con Millonarios. Bajo su mandato, es Leo Castro quien ahora se va a la Selección absoluta y asà se siguen contando los convocados a esa prestigiosa lista en cualquier categorÃa. Ya exhibe dos tÃtulos en el palmarés y persiste en la búsqueda de otros adicionales en los próximos tres años, a menos que un dueño de un club de fútbol con problemas de resultados quiera pagar su contrato. Siento que el técnico es el más costoso del plantel: ya era menester.
El cóctel está listo. Se llama «blanco de verano» y en el primer sorbo pienso otra cosa: mientras todos los demás están en problemas, hay plena dicha puesto que no somos esos dolientes abatidos en esas realidades que antes parecÃan inalterables para nosotros. Bebo, celebro y disfruto con total satisfacción: me gusta el resultado de mi brebaje y para mi suerte, lo comparto con gente de mi entraña, seria, de toda la vida o de hace poca vida, para entender alrededor de una mesa de cuatro puestos mi alegrÃa, mi espanto, mi sorpresa y mi venganza.Â
Leandro J. Melo C.
X: @lejameco