Gracias por tanto, Miguel
Llegaste a apagar un incendio en enero de 2017. Aterrizaste en Bogotá para suplir una necesidad y casi de inmediato tomaste un avión a Orlando para apoderarte de este grupo que parecía perdido porque Cocca había dejado el barco tirado, y nos dejaste a cambio la estrella más linda de todas las 15, esa que ni el más optimista de todos los hinchas imaginó jamás. Para muchos, 2017 había sido un año nefasto, hasta que llegaste tú, con tus planteamientos, y recompusiste el camino.
Cambiaste la mentalidad de un plantel que salía de visitante a guardarse. Enseñaste que siempre hay que ir al frente, le recordaste al mundo fútbol que Millonarios siempre propuso en cualquier cancha a lo largo de la historia. Acabaste con varias anti-rachas: ganamos en Bucaramanga, ganamos en Cali varias veces (El Pascual, que era tan esquivo, se volvió nuestra casa). De tu mano, le hicimos 5 goles al Cali por primera vez desde 1962. Sacamos a Equidad y al América para gritar «campeón» en la cara del rival de toda la vida en un estadio rojo que siempre ha sido y será azul.
Pasamos de ser animadores a favoritos. Aguantaste las épocas más duras de 2017 en silencio y devolviste la confianza de una hinchada dolida con resultados. Los que te tiraban mierda, todos, pasaron a lustrarte las botas. Silenciaste a los críticos tan fácil como fue silenciar al pascual aquella noche de velitas.
En la cara del vecino gritamos campeón, todos, tú, mi hermano, mis amigos más cercanos, tus jugadores y yo, en medio de un ambiente más rojo que nunca celebramos el que hoy es el mejor día de nuestras vidas. Pensaba que la estrella 14 era lo más poderoso que podía vivir, llegaste y me enseñaste que la 15 podía ser mejor, y así fue. Me regalaste una copa, la más soñada, y yo la levanté en frente de la comunidad santafereña. Esa fue la noche más linda del mundo, hasta hoy.
Fuiste tan grande que tu enfermedad se volvió nuestra. Y entre todos acabamos con esa bacteria maldita, en la mitad, con el título de la Súper Liga, el torneo más subvalorado de todos, pero ganado frente al rival que todos queríamos, otra vez en sus narices. El 7 de febrero, para muchos, fue más hermoso que el 17 de diciembre. Nos diste más alegrías y esperanzas junto a tus asistentes. Aquel gol de Carrillo en el Arena Corinthians no se olvidará nunca. Acompañar al equipo como visitante nunca antes fue tan glorioso, cada victoria afuera de casa se celebró de la mejor manera. Durante años, seguimos a Millonarios en todos los estadios del país con resultados nefastos; de repente llegó la era Russo, y cada victoria afuera de Bogotá era un elixir. Quienes están en Pasto, Tumaco, Ipiales, Popayán, Montería, Sincelejo y sus alrederdores jamás olvidarán la felicidad que les diste: la mayoría vieron ganar a su equipo del alma en vivo por primera vez.
También hay que agradecer a tus dos asistentes, que te acompañaron en todo este proceso y te respaldaron en tu ausencia. Gottardi llegó como ídolo cardenal y se va odiado por los santafereños, no solo por la vuelta en la cara, también por las declaraciones en el torneo FOX cuando dijo que «solo será revancha en una final con ellos local». Cinquetti, en silencio, siempre lo dejó todo en este club. No se olvidará su cábala de sentarse siempre en la tercera silla del banco de suplentes.
Miguel: llegaste a apagar un incendio, ahora te vas con dos títulos y muchos recuerdos bonitos hacia millones de personas que celebraron cada uno de los triunfos. Nos enseñaste que todo se cura con amor, y curaste muchos de nuestros males deportivos, con amor. Esta es tu casa siempre. Gracias por tantas alegrías.
Twitter: @elmechu