El día después: veni, vidi, vici
El sol inclemente que se posó sobre el Estadio La Independencia da cuenta del brillo que dejó Millonarios en el terreno de juego: eficacia, buen nivel y mejor sabor de boca, así el agua se haya agotado en las ventas del escenario deportivo boyacense.
No hay duda que los jóvenes dan una mano cuando el equipo profesional lo necesita. Luego de triunfar en sus categorías y ser ascendidos a la primera, ellos están demostrando que no les pesa la camiseta y están a la altura de la situación. Orles Aragón, quien es más nueve de área que extremo por izquierda, sabe que si quiere oler una oportunidad debe jugar en la posición que Jorge Luis Pinto decida. Jorge Rengifo, el nuevo consentido de la hinchada, es gambeta, agilidad, atrevimiento y desparpajo: un gran acierto del cuerpo técnico, siendo fruto del trabajo iniciado en años anteriores en el fútbol base.
Si hablamos de los jugadores grandes, el oxígeno que le falta a Cristian Marrugo en sus piernas lo compensa en su habilidad y precisión de remate: dos goles y una asistencia preciosa, picadita con desdén en el borde del área, para Macalister Silva en la tercera anotación. Es el diez sin número, el cerebro de toda operación de juego, aquel jugador maduro que sabe dónde y cuándo posicionarse. Lo de González Lasso es increíble: atrae defensas, sostiene el balón, tiene más lomo para aguantar y varios goles; el trabajo de adaptación que han hecho con él es invaluable y aun extrañando al Búfalo Ovelar, no desentona en su capacidad.
Todos los puntos buenos de Millonarios ayer tuvieron una destacada actuación: la presión alta hizo equivocar al rival; cuando la defensa falla, Wuilker está revolcándose por ellos; cuando el filtro del medio campo se equivoca, otro viene a dar la mano. Este Millonarios líder y récord en todos los aspectos tiene otro maravilloso adjetivo: es solidario entre todas sus líneas. Sin embargo, Pinto se salió de los chiros en la raya técnica y describió la jugada previa al penal convertido por los locales como “cuatro acciones de juego bobas”: acá se insiste que la autoexigencia es la bandera del entrenador, pero cuando él se sale de la ropa un árbitro podría interpretar otra cosa y podría ser expulsado en cualquier momento. Cuidado profe: muchos no lo entienden.
Qué linda es Boyacá: sus deliciosas arepas dulces, agua de panela con queso, el aroma de frío y páramo, sus monumentos a la gloria colombiana. Tunja fue una ciudad agradable y volvió a ser conquistada por Millonarios, el indiscutible líder del torneo colombiano. En palabras de Julio César, emperador romano, “veni, vidi, vici”: vine, vi y vencí.
Próxima parada: Deportes Tolima en El Campín, prueba de fuego.
Leandro J. Melo C.
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