El día después: tres puntos en tensa calma
Después de una semana llena de convulsiones y de confusión por una oferta que llegó a los oídos de Jorge Luis Pinto, para dirigir la selección de Panamá, llegó un tensa calma a las toldas embajadoras en forma de error perpetrado por el Once Caldas. Y nada más pasó durante 90 minutos.
Las dos caras presentadas por Millonarios fueron dignas de máscaras venecianas, donde la estética del juego pasó por la presión asfixiante y las opciones de gol del primer tiempo, al cansancio notorio y las escasas pretensiones de un visitante que no supo por dónde hacer daño a los embajadores.
Envueltos en una maraña de dudas tácticas, Millonarios solicitó permiso a un pasivo Once Caldas donde la banda izquierda de los segundos fue un verdadero colador: gracias a ello, Juan David Pérez hizo fiesta y mantuvo aburrido, anonadado, al larguísimo lateral con camiseta número 3 que vio amarilla y permitió ese gol de cabeza del ‘ratón’ por medio de un saque de banda. La postura de Bodhert pasó de la sudadera vestida completamente a quitarse el buso y renegar de forma constante: visiblemente fastidiado, mandó a calentar los suplentes con apenas 30 minutos de partido. El hastío fue evidente y hasta Pinto no se salvó de esa sensación.
Con los cambios introducidos por la International Board en el reglamento, también fue evidente la comunicación entre el cuarto árbitro y Gustavo Murillo, FIFA y de buen arbitraje, el santandereano fuera advertido por el central al no quedarse dentro de la zona técnica: en el segundo tiempo vio la primera tarjeta amarilla en el profesionalismo para un integrante del cuerpo técnico. Siempre pionero. Luego de dos minutos de conversación entre árbitro y estratega, que bien podrían aprovechar con una invitación para tomarse un café, Millonarios fue más y otra vez se vino a menos en el segundo tiempo.
Cuando los visitantes intentaron, Millonarios no dejó trabajar su idea y su juego, pero los azules fueron inferiores en forma física para contener las pocas ideas de los albos durante noventa minutos. Llegaron Chicho, Carrillo y Vega, quien llegó a salvar a un Duque otra vez dolido en sus piernas (el cambio cantado era Barreto por Pérez). La cara de leve angustia en la tribuna porque la presión no era suficiente terminó cuando sonó el pitazo final y así los puntos llegaron al bolsillo.
Marcelo Bielsa indica que “el éxito deforma y es mareante” pero con la victoria se acallarán muchas versiones de prensa, rumores de pasillo y tribuna, que indican el malestar entre la plantilla, el presidente, el dueño y los jugadores. Seguramente quedarán ahí hasta el próximo traspié, nadie lo sabe. Ellos, por los jugadores, debían hablar en la cancha y lo hicieron pero de forma insuficiente para la retina del aficionado. Es mejor corregir ganando que perdiendo, perogrullada, porque la victoria es un varapalo para estar más atentos, descansar, retomar fuerza y buscar los primeros puntos como visitantes ante Atlético Bucaramanga.
Es paradójico: el semestre pasado Millonarios jugó mucho mejor ante Once Caldas y perdió; en el Nemesio Camacho, jugamos mucho peor que esa vez y hubo victoria. Nadie tiene razón sobre la ilógica fiebre que es el fútbol entendido como juego.
Próxima parada: visitantes en la Ciudad de los Parques ante un equipo aguerrido dirigido por el querido Hernán Torres.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco