Millonarios Caldas 2020

El día después: terrible, oremos.

Hagan cuentas y cĂĄlculos, todos los que quieran. Sean firmes en la esperanza que algĂșn dĂ­a volveremos a ganar. Tranquilos que solo con un partido ganado en Liga tenemos ilusiĂłn para llegar a los ocho de las finales. Debemos creer en las palabras de otros: “estamos jugando bien y merecimos mĂĄs”. Roguemos todos juntos para que este equipo deje de pensar en hacer el tercer gol cuando apenas estamos celebrando el primero. Por favor: ÂĄdejemos de ser tan virginales, el barco va en rumbo adecuado!

Debemos convencernos que el fĂștbol es esfuerzo y no merecimiento: segĂșn Alberto Gamero, no debemos bajar los brazos, ÂĄaleluya! Que “el equipo no puede salir tan golpeado porque quisimos ganar el partido, pero vi un equipo con deseos de ganar, que el equipo intentaba, que tuvimos opciones”. RepitiĂł tanto la palabra “equipo” que es la hora, con el perdĂłn de los feligreses, que sigo sin entender dĂłnde estĂĄ el equipo. Que el conjunto, la sumatoria de las partes, estuvo confeccionado con un gran porcentaje del fĂștbol base: ÂĄun amĂ©n, hermanos! ÂżQuiĂ©n no prefiere quemar cartuchos con niños en proceso de aprendizaje? ÂĄYo quiero! Pero lo que no deseo es que los pongan como soluciĂłn y terminen siendo un problema, como Jorge Rengifo, que apenas vio acciĂłn por 22 minutos. Pecado. Esos son los misterios de la fe, estimados.

Once Caldas, esa blanca paloma, hasta ahora vino a trabajar en alto rendimiento, en el regreso del fĂștbol pandĂ©mico. En gracia de la religiĂłn de la pelota, su espĂ­ritu estuvo impregnado del halo victorioso: dejĂł que Juan Camilo Salazar marcara un gol de tas-tas para leer la biblia del partido. DespuĂ©s de eso y en tiempo lineal, solo debiĂł ojear el evangelio de la efectividad durante 14 minutos, que es el perĂ­odo de diferencia entre el 1-1 y el 1-3. Se entregaron a la divina providencia de la confianza, fueron glorificados y santiguados. AmĂ©n por ellos. AmĂ©n por el fĂștbol que no perdona, el fĂștbol de resultado, en contravĂ­a del fĂștbol espejismo que Millonarios practica con alta frecuencia: ese fĂștbol donde el azul tuvo el 58% del balĂłn al terminar el primer tiempo, pero apenas el 49% al finalizar el segundo. El ADN embajador es ganar, no merecer ganar.

Tenemos enigmas para descifrar. El primero de ellos: Âża quĂ© juega Millonarios? Pienso en el 1-2 contra Pasto y en la derrota 4-1 como visitantes en Jaraguay. ÂżEse es el estilo? DeberĂ­amos pensar como John Duque, parafraseando al 2011, que esto “es un proceso”. Ese es el primer estigma revelado: jugamos, tenemos, intentamos y todavĂ­a no merecemos porque no hay victoria. Segundo misterio: si estamos entregados al fĂștbol base porque no tenemos dinero para contratar jugadores hechos y derechos, ÂżcuĂĄl es el miedo de alinearlos en un estadio vacĂ­o, que no tiene murmullo y que carece de emociĂłn? En otras palabras manifiestas en boca del capitĂĄn, “nos hace falta tener tranquilidad y cabeza frĂ­a”.

La matemĂĄtica aguanta todo. No estamos eliminados. Reniego de la liguilla de eliminados. Con juveniles o veteranos, no veo claramente el nuevo punto de partida del equipo del eterno proceso. Me hablaron constantemente de motivaciĂłn, empeño y ganas durante esos seis meses de confinamiento. Hoy no encuentro eso. Solo palabras desocupadas: “para levantarse hay que caerse, la vida es recibir golpes fuertes, nos ha faltado suerte, la puntadita, no podemos bajar los brazos”. Y esta Ășltima frase nos condena: “hay que saber levantarse con mucha fe”.

Con el dogma no se discute. No estamos bendecidos y la fortuna no nos mira de frente. Recemos todos juntos porque hay que ganarle a Santa Fe. Terrible todo. Oremos.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco