El dÃa después: que nos alcance
Han lavado con el sudor de su frente, pecho y axilas, y en la última fecha, esa que veÃamos como un mero trámite, parte del dolor que nos produjeron el último mes. Esperaron hasta el suspiro final de la fase regular para hablar en rueda de prensa y decirnos «lo siento». Creemos que son palabras sinceras, porque con cuatro goles a favor y dos en contra, transpiraron la gota gorda del fracaso, sin tildes y con mayúsculas.
Llegamos tarde y al final. Con rabia, malas palabras y actitudes de energúmenos, parecidas a las de Don Alberto en esas dos anotaciones del rival, todo indicaba que nos Ãbamos al traste con rapidez, velocidad y un sombrerazo. No fuimos la máquina de mitad de torneo, la que salió aplaudida en Barranquilla, ni la que paseó por MedellÃn hace un tiempo atrás, pero nos acordamos y recuperamos un poquito de la buena memoria extraviada. En Barrancabermeja no dejamos de perforar los pozos profundos que contienen los sedimentos del buen juego. Volvimos al principio: inicia el cuadrangular anhelado.
Se erige el ahora, el «ya mismo» y la urgencia que jugará cada tres dÃas y sin derecho al descanso. No hay tiempo. No quedan más momentos. Escasean las oportunidades. Nos cansaremos y todo dolerá. Las piernas temblarán. Van a flaquear las fuerzas. Tendremos migraña constante mientras marcamos con equis la penúltima hoja del calendario del año. Nos comerá la maldita ansiedad y nos jugará malas pasadas. Haremos cuentas y conjeturas, por supuesto: repetiremos como mantra que «solo saldremos dos veces de Bogotá» y que, adicionalmente, en nuestro cuadrangular hay dos equipos muy amiguitos que podrÃan hacer concesiones para que nos golpee la adversidad. Nuestro trabajo en adelante será dialogar con nuestro yo alterado, el que no sabe manejar los nervios, desgastados en los últimos dÃas por cuenta de unas situaciones que no supimos sortear con altura y decoro. Y ese inmediatismo exacerbado nos indica, finalmente, que debemos reencontrarnos con la escuadra costeña de franjas rojas y blancas, para que algún dÃa, ojalá en estos dÃas, podamos cerrar heridas que todavÃa siguen sangrando.
También te puede interesar: De cero importancia.
Todo lo anterior para terminar asÃ. Hernán Crespo, ‘Valdanito’, fue entrenador de Sao Paulo, gigante de Brasil. En su llegada a ese mÃtico club, mandó pegar la siguiente frase en una pared del camerino y con letras en español, nunca en portugués y que deberÃamos aplicar ahora mismo: << donde no llegan las piernas, va a llegar el corazón. >> Que él nos alcance. Que a ellos les sobre. Que nada les baste. Que nada nos sea suficiente. Por nuestra frente ya cayeron suficientes gotas frÃas: es hora de que el torrente sanguÃneo se vuelva a calentar como el clima bogotano del dÃa de ayer y hoy, después de tantas tardes de lluvia que traen, al final, noches claras que nos hacen observar y anhelar estrellas tan lejanas. Tan cercanas.
Leandro Melo
Twitter: @lejameco
Pingback : Canto de gol: de cero importancia – Mundo Millos