El dÃa después, número 17
Tensión, aliento, esperanza y decepción.
Tantos sentimientos pasaron por el cuerpo de cada hincha de Millonarios ayer, antes, durante y después del partido. Cada asistente al estadio, cada persona frente al televisor, jugó su propio partido: un clásico diferente porque tenÃa aroma de copa internacional.
Dentro del terreno de juego, los músicos de la orquesta de Don Miguel tocaron cada acorde con el balón como compás. Sin Duque como el pulmón que sostiene al equipo y sin Carrillo por su expulsión en el partido pasado, el medio campo embajador fue un permanente pasillo para que Santa Fe pasara a placer. No hubo ese filtro, excepto por Carachito, que las peleó todas, que tuvo un partido aparte con el árbitro brasileño, sin premio alguno.
Atrás quedan las definiciones que no fueron: primero, fue Ayron con una pelota que llegó desde un costado de la cancha para que pasara frente a sus piernas; incluso en el segundo tiempo tuvo un cabezazo que no pudo enviar al palo más lejano de Rufay Zapata. Hauche también tuvo un remate donde el arquero se erigió como figura del encuentro. Salazar, casi de la misma forma que nuestro goleador, desperdició la más clara del segundo tiempo.
Todos pensamos que MatÃas de los Santos ingresarÃa desde el primer minuto del segundo tiempo. CreÃamos que nuestro banco técnico se habÃa percatado de la falencia del medio campo. No sucedió asà y la única respuesta posible es que volvió a resentirse en el calentamiento: para esto y revisando los suplentes, quedaban múltiples opciones pero solo dos fijas. Salazar, quien en inferiores jugaba como diez, podrÃa darle un poco más de salida al equipo por el centro del campo; Macalister serÃa que llevarÃa la batuta para manejar el medio campo. Las confusiones permanentes de Figueroa y Román (perdió otro remate increÃble) fueron determinantes para darle opciones al rival. La esperanza por acabarlo en 90 minutos más adiciones, se desvaneció con el pitazo final. Se definió en el arco norte.
La tanda de penales fue acertada para todos, menos para Hauche. Aún con el fallido penal ante Jaguares, que fue bastante fácil para el portero del equipo de MonterÃa, esta vez pateó durÃsimo pero sin colocación, pegando debajo de la pelota: fueron más las ansias que la punterÃa. Ese gol que fallamos durante los 180 minutos en la serie, se resume en ese cobro desde los 12 pasos. Villano, al argentino deberÃa abonarse que tuvo la suficiente valentÃa para volver a patear: hoy, no es querido. Rufay héroe con el último cobro y los rivales de patio festejaron pasar de ronda.
Caben todos los análisis posibles pero la tristeza es enorme. Los sorteos de copas internacionales no son tan benévolos con Millonarios y para Sudamericana contábamos con una leve ventaja: definirÃamos todos los partidos como local, con el atenuante que este semestre, ¡preciso!, están en deuda en esa condición. Sumado a lo anterior, la revancha de 1976 seguirá pendiente: ese es el verdadero dolor de estos octavos de final. No fue y no será en el tiempo cercano. Hay que esperar, armarse de paciencia, pasar el trago amargo y tener la mirada al frente.
Hay dos objetivos especÃficos para el final del año: se necesitan dos tÃtulos en menos de tres meses. Es la única forma de salir adelante.
La hinchada, 10 puntos.
Próxima parada: Manizales, semifinal de Copa, ante el Once Caldas. Otro partido tensionante.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco