El día después: nuestro hechicero supremo
En uno de los diálogos de “Los Avengers”, de Marvel Comics, Doctor Strange consulta la gema del tiempo en un planeta lejano. Mientras su cuerpo, suspendido en el aire, se difumina por la velocidad causada al usar este artefacto, deben saber si tienen una oportunidad para derrotar al titán Thanos. Stephen Strange le contesta a Tony Stark que “solo en un universo, ganamos”. Iron Man, levemente decepcionado, no tiene más remedio que esperar el desenlace.
Un partido de fútbol es una galaxia en sí. Con sus bemoles y problemas, después de cuarenta y algo de días volvió la competición al fútbol colombiano. Millonarios ya arrastraba problemas anteriores, solventados solo cuando la vara mágica de Gamero, dueño del conocimiento de su estrategia, puede expeler un momento de iluminación. El primer tiempo era conquistar Marte, imposible. El segundo fue ir a la Luna, algo más tangible.
No se perdieron los papeles en ningún momento. La equivocación es digna de la condición humana y solo duró 45 minutos con su adición. Nadie señaló a Rosales o Jáder, por lo menos no a viva voz de redes sociales, pero algo sí transmutó en el andamiaje general: hubo extrañeza porque Macalister jugó por la banda derecha. Un experimento fallido que tuvo rápida corrección. Paz y Guerra llegaron para tapar el hueco táctico dejado por la izquierda. Solo esas dos variables fueron suficientes para intentar rematar el partido.
Pudo existir un empate, pero alguien lo negó: Carlos Betancur dijo que ese tercer gol, del acalambrado Uribe, debía ser anulado por falta contra el defensor barranquillero.
Las diferencias entre ambos equipos son abismales. En Barranquilla pulula el dinero y con él se obtiene lo mejor del mercado de piernas. Nadie discute a Borja o Teo, que no jugaron. Todos saben que Viera es un líder que desearía cualquier equipo. Los jugadores del ‘tiburón’ están capacitados para competir en el más alto nivel. Sin embargo, Millonarios no tiene que objetarse nada. Sin reproche alguno. Empezando por el entrenador, que nunca traicionó su idea y estilo, la camada de jugadores jóvenes y experimentados hicieron un gran papel en el calor de las cuatro de la tarde. No gozamos de la chequera Char porque el dueño de Azul y Blanco prefiere ser, seamos amables, razonable.
Ellos son individualidades: nosotros, un equipo.
Queda el buen sabor de boca aún con esa leve desventaja. Estamos con el ánimo en las nubes porque un partido nos ofreció momentos para olvidar la realidad. El objetivo de entretener con un espectáculo de cinco goles sirvió para alejar por dos horas los demonios internos y externos que azotan la cabeza y el corazón. Hay ilusión porque será este domingo, a la una de la tarde, cuando podamos empezar a saber si podremos aprovechar esa misma oportunidad que gozaron “Los Vengadores” acá en la tierra. El costo de la futura batalla, nuestra cruzada, será muy alto.
Alberto Gamero es nuestro hechicero supremo. Solo él sabe cómo acabará esta llave de semifinales.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco