El día después: niebla densa
Hace poco más de una semana, todo era alegría, carnaval, asados y camaradería. Nada está roto, tan despedazado, como para pensar en una debacle del equipo. Sin embargo, hay piezas del rompecabezas que no cuadran, que se demorarán en casar, que no estarán.
En ese corto tiempo pasamos de la alegría a la incertidumbre. Un chasquido de dedos ha sacudido a Millonarios. Parece que estamos en la lona, noqueados, groguis. En alguna parte volveremos a encontrar asiento porque hoy todo es difuso. Hay niebla densa.
El equipo saltó a la cancha en Bogotá y se deshizo de Pasto con orden y eficacia. Jugó con la cabeza pensando en Román, después de su triste periplo por Buenos Aires, patología incluida. No fueron los mismos jugadores que anoche perdieron en Barranquilla. El ritmo frenético del partido es el mismo del campeonato y en ese corre – corre todo tiende a resentirse: las piernas, las rodillas, la cabeza y el estado de ánimo.
Lo único que Gamero piensa que no está mal es la forma de jugar del equipo. Pocos asumen que lo hacen de buena forma: otros aseguran que patear al arco es lo mínimo que debe hacer un equipo de fútbol. Asunto de óptica: hay miopes, hay otros con estrabismo, otros tuertos.
Seguramente Abadía no dejó de soñar con Viera, justito antes de patear el balón, a cuatro metros de la red. Pesadilla sin fin. Seguramente eso hubiera marcado otro rumbo. Ver a Guarín de media punta era tan raro como cantado desde las tres de la tarde de ayer, cuando se filtró que sería inicialista. Su molestia hace parte del hospital de campaña embajador. No quiso probar, forzar su pierna derecha: él sabe, en su experiencia, cuando algo no funciona bien.
Luego vino la libreta enredada: Klíver de media punta para luego pasar a Ruiz en la izquierda y Klíver afuera después de 28 minutos. No sabemos quién se expone más: si el jugador que viste el peto verde al salir, o el técnico que advierte que ha cometido un error, aunque no lo dice públicamente.
Recomponer el ataque no era tarea fácil. Todavía tocado, volvió a doler la misma rodilla de Márquez en ese choque con Didier. Choque fortísimo de sus rodillas, llevando la peor parte el ariete que regresaba luego de su lesión de diciembre. Con la misma pierna dolida, a las duchas. Y así.
Hasta que terminamos jugando sin delanteros y, casualidad, justo después apretamos. Claro, con un gol en contra, con un rebote de esos que siembran defensas y capitanes. Luego, al practicante Amaranto le salió el cambio: Cetré eludió la cintura de Paz para dejar sentado, sin reacción, a Juan Moreno.
Jugamos mejor pero no obtuvimos resultado. Por momentos cabe la mentalidad ‘Cholo’ Simeone, “la actitud no se negocia”. Apenas unas victorias que no se cuentan con las dos manos en los últimos 30 años en Barranquilla. Historial empatado para ambos equipos, en victorias. Pero, como lo mencionó Gabriel Jiménez, anoche perdimos más que tres o dos puntos. ¿Ya contamos los lesionados?
Necesitamos una luz de halógeno, potente, para que nos ayude a disipar la niebla de la mala racha, la pésima suerte momentánea, aun jugando bien.
¿Jugamos bien?
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco