El día después: mucho ruido, pocas nueces
Las bombas de estruendo. El humo de color azul y blanco por la carrera 30. Los mensajes entre semana de Jorge Luis Pinto: “hay que ganarles como sea”. Jugadores hipermotivados para este partido. Un cóctel que ayer fue bastante explosivo para Millonarios.
Porque ayer, no vamos a mentir y no se mienta a usted mismo, jugamos mal por largos pasajes del partido. Muy mal, no, pero sí lo suficiente para que Nacional, con un fútbol sencillito y aplicado, nos mostrara cuáles son los posibles errores frecuentes de Millonarios. Ese fútbol tranquilo que propuso el rival, sin despelucarse, se basó en abrir los costados de la cancha y aprovechar la mala tarde de un montón de jugadores embajadores.
Si bien Jhon Duque tiene los pulmones y la capitanía, por favor tampoco se mienta: ayer tuvo un primer tiempo desastroso en marca y un segundo tiempo que, con temperamento, ayudó para la única anotación de nuestro goleador Ovelar. Juan David Pérez, quien se retiró lesionado y llorando, también fue anulado permanentemente, aun cuando brilló en un remate en el primer tiempo, apenas empezando el partido. Rambal sostuvo a Hernán Barcos 15 minutos y luego el argentino le ganó la espalda, el costado, cualquier espacio que quisiera y necesitara. Payares, ay hermano: ¡hay que atacar todos los balones y no dar ninguno por perdido, hay que dudar siempre!
Y así podríamos seguir con cada uno porque, cuando hay demasiada excitación en el ambiente, los nervios pueden traicionar a quienes no están acostumbrados a este tipo de partidos. De nuestro estratega, Pinto, hay que decir que tiene dos graves problemas: primero, ¿quién va a reemplazar a Juan David Pérez? Ayer algo se intentó con Macalister Silva pero no tiene el arresto físico para hacer la banda. Y el segundo, ¿alguien entendió por qué Jáder Valencia está por encima, como extremo, de Barreto, Huérfano, de cualquier otro, para reemplazar a Elíser Quiñónez? Muchos no entendieron el cambio y hay un halo de descontento por la situación.
Si hay algún diagnóstico del equipo, hoy se puede hacer con más calma: en el Estadio Deportivo Cali, jugamos mejor que el rival y apenas se empató el partido por una jugada aislada; ayer, en el Nemesio, jugamos mal el encuentro que no se podía empatar y la igualdad llega en una jugada aislada, donde el ‘killer’ de área siempre debe estar dispuesto. Es fútbol, esto puede pasar y seguramente volverá a ocurrir: vamos a jugar mal algunos partidos; pero estos, con cancha llena, con demasiada expectativa, son los que se deben ganar desde el principio, para la tranquilidad de todos.De toda esa parafernalia pre partido, apenas quedan dos recuerdos: que Millonarios olvidó jugar bien a la pelota y las atajadas monumentales de Wuilker Faríñez (dos remates al cuerpo y la triple acción rotada por redes sociales al final del segundo tiempo). Todo es un recuerdo.
Mucho ruido y pocas nueces.
Próxima parada: Cota, por Copa, contra Fortaleza. Y después, entre ceja y ceja, el clásico capitalino.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco