El día después: levantar la cabeza
Antes del partido todo fue extraño, raro, sospechoso. No se hicieron esperar las especulaciones. Tres resultados milagrosos, como los batidos adelgazantes, se le aparecieron al América antes de golear en la última jornada del torneo: para Don Tulio, “Dios es americano”. Errante, como en el éxodo, fue un presidente que deambuló por toda Colombia buscando, de forma desesperada, un estadio para jugar el primer partido de cuadrangulares.
Él tocó las puertas de sendas ciudades del país. Quería jugar con público, necesario para tener un poco de dinero en la caja. Barranquilla, esa ciudad donde se jugó copa internacional en plenas protestas sociales, volvió a tender la mano. La pasión no se puede contener pero los ganadores fueron el vandalismo y la delincuencia. Al final fue sin público. Un partido manoseado en exceso desde la previa. Hasta el hartazgo.
Millonarios entró a las semifinales con dudas pero espantó fantasmas en la última fecha. Se acordó de la grandeza en Medellín, de jugar con sangre en los ojos y el corazón caliente. Allá ganó bien pero ayer se olvidó de tomar la misma pócima del éxito reciente: que los partidos se manejan con goles y táctica, ambas situaciones al mismo tiempo.
Así como las bravuconadas de los verdolagas fueron gasolina suficiente para ganar ese partido, los jugadores no supieron leer que ese posible cambio de sede, angustiante, frenético, también era una forma de desestabilización del juego. Todo se hizo antinatural. O no supieron leer entre líneas, o nosotros somos una patota de paranoicos.
Resbalón va. Resbalón viene. Pereira, Román, Emerson. Y le pasó a Murillo Segura cuando el balón flotaba por el aire. Recién ingresado en esa línea de cinco, patinó en el área. Al levantarse, estiró su humanidad para hacerse más alto de lo que es. No midió sus brazos en el salto. Tocó el balón con uno de ellos, con el bíceps del brazo izquierdo. Penal. Posterior gol de Adrián Ramos, quien no falló con ese clásico cobro esquinado difícil de atajar para cualquier portero. A partir de ese instante, nos olvidamos de cualquier estrategia para ganar. Y Joao liquidó al final. El empate se planteó como una utopía.
No supimos tener memoria. 31 de marzo de 2021. Partido en Cali. El de anoche fue calcado. Gol de Abadía. Eran buenas sensaciones y mejor manejo del juego. El América de Juan Cruz Real remontó y ganó por el mismo marcador de ayer, con las anotaciones casi en los mismos tiempos. Anoche ignoramos el pasado y el presente. Para nuestra tranquilidad ya sabemos qué hacer con el futuro.
Aceptamos sus disculpas, Macalister, Murillo Segura y Gamero pero nos quedaremos esperando las de Wílmar Roldán. Con las puertas del retiro ahí cerca, ignoró la falta grosera del número 14 en el segundo tiempo sobre Daniel Ruiz. Mientras tanto, en el otro partido del mismo cuadrangular, el VAR sí sirvió para que Hinestroza expulsara al jugador Celis del Deportes Tolima. Así es el antioqueño: símbolo del arbitraje divino, fundacional y terco.
A levantar la cabeza.
Leandro J. Melo C.
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