El dÃa después: la construcción no ha terminado
El juego romántico es esto: perder o ganar.
Apenas terminó de contestar su primera pregunta en rueda de prensa, Alberto Gamero tomó su rostro entre sus manos tratando de lavar la amargura. Sintió que perdió una gran oportunidad para seguir aleccionando. Ahora cabe preguntarse si el contrato del técnico será renovado. Empezará el baile del fastidio por los rumores de jugadores extraños o de la entraña que se quedarán o posiblemente van a emigrar.
En la tribuna de las redes sociales, el único sitio donde podemos estar todos, se eligió habitar el bando optimista o la esquina de la depresión. En el lado positivo, se resaltó cómo hemos perdido una final con todas las vicisitudes del proceso. Lesionados, COVID, problemas internos y externos. Quién faltó, quién sobró: seguramente con algunos jugadores titulares indiscutibles estarÃamos mejor posicionados. En el costado de la molestia se ubican aquellos que señalan personas puntuales, de la cantera o foráneos, sin supuesto merecimiento para vestir nuestra camiseta. De igual forma compraron gratis teorÃas conspirativas arbitrales, el mentado escritorio, sin asidero, porque eso en una cancha no juega tanto como ellos piensan.
No hay ninguna razón para estar con remordimiento. Debemos insertar otro chip en la cabeza y el corazón: si Alberto Gamero nos mostró un camino para soñar, perder estos partidos hace parte innata del proceso. Por el momento, solo asà podrÃamos imaginar volver a los sitios de honor en el fútbol colombiano. Es inaudito y se sale del molde en la historia contemporánea de Millonarios, disputar estas instancias con tantos hijos del fútbol base y gozar al goleador del primer semestre. Con todo lo anterior no alcanzó porque dentro de la construcción de equipo faltó liderazgo y rebeldÃa, sensaciones propias para ganar una estrella.
En primera persona debo indicar que me duele perder una copa más. Pero es un malestar tolerable: ganó el mejor de la serie. Entre mis predicciones pedà al Tolima por una simple razón: podrÃa ver una mejor calidad de fútbol. No solo fueron fÃsicos y ordenados. Caicedo nos atontó con tres jabs y es un killer maravilloso. Juan David RÃos, el Stiven Vega de ellos, sobrado de lote en el medio campo. Un conjunto con todas las letras, de talla grande y excelente juego aéreo. Los visitantes durmieron el partido cuando debÃan y solo necesitaron diez minutos para deshacer nuestra mayor certeza: «si pudimos con América y Junior…» Ellos son dignos campeones, con Don Hernán y el ‘Nano’ en el timón. Si hoy Millonarios se levantaba ganador, era doblemente merecedor. No hay duda.
La rabia no nos puede cegar tanto. Perder no debe significar la demolición del edificio levantado hasta el momento. Dejen terminar la construcción encargada al samario doliente y sus retoños obreros. Veremos si los capataces de obra, en otra final, sacan a relucir la experiencia que siempre esperamos de ellos.
Algún dÃa sabremos si somos la Torre de Piza o la Torre Petronas.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco