Millonarios Unión Magdalena

El día después: esto apenas comienza

«Paren el mundo: me quiero bajar». A Mafalda no le gustaban las emociones fuertes.

Horas después de la goleada ante Unión Magdalena –bienvenidos a la A- los hinchas de Millonarios estamos pletóricos de alegría y llenos de regocijo porque hoy la hinchada y el equipo se funden en un sincero abrazo. Porque hoy, aunque se haya ganado a un rival que viene desde la categoría de ascenso, amanecimos felices por esos cuatro golazos-razones.

Del partido no hay nada más que agregar. Si quieren buscar una figura está fácil: ¡hola Búfalo querido, volviste otra vez! Uno, dos, tres, al ritmo del Santo Cachón y la pelota a la casa. La espera tiene recompensa: la búsqueda permanente de espacios en esa función táctica tan ingrata le permitió al paraguayo aprovechar dos (remate fuera del área y control definido en la misma) y otra final definiendo como ‘palomero bravo’. Es la recompensa a la dulce paciencia del pivote que espera su tiempo para mandar ese pase a la red. Ese es el verdadero aguante.

Juan David Pérez, soberbio. ¿Que no hacía goles en el Chicó? ¿De dónde venía? ¿Alguien sabe dónde queda Celaya? Y miren al extremo: sólido, con cinco pulmones, corre todas, sacrificado, donde no da ninguna pelota como pérdida. Va naciendo un referente para muchos hinchas. Jaramillo sacando al equipo desde el toque. Carrillo, aplicado. Román y Bertel, los niños en crecimiento, no hicieron extrañar los grandes ¿dueños? de sus respectivos puestos. 

Santiago Montoya cada día más enamorado del balón, de sus compañeros, de jugar con paciencia y con la mente puesta en la siguiente jugada. Elíser generando espacios desde una banda para transportar el balón, permitiendo cambios de frente: eso se llama jugar sin el balón. Hay talento puliéndose con paciencia de orfebre y esto es mérito del capitán del barco.

Con esa forma de ver el fútbol, de pierna recogida y la otra sosteniendo su figura, Jorge Luis Pinto puede observar el comportamiento de la criatura. Goza de buena salud, tiene sus vacunas a tiempo y crece en gracia y belleza. Admira desde la raya su creación pero necesita entender que todo puede ser mejor: grita, manotea, da órdenes, no se cansa de pedirle más y más ese niño en formación. En sus gesticulaciones busca la explicación de algo tan específico y detallado que solo quien recibe la orden, entiende sus argumentos. 

Fredy no está en un rincón del banco técnico: aporta ideas al líder desde la raya de juego y atiende cada vez que lo llama su jefe. Asiente, se ríe cada vez que hay un gol, parece un cómplice más. Es una sensación extraña porque todo va bien y esa comodidad genera comezón en otros equipos.

Unión Magdalena pagó los platos rotos en la conjunción de todo lo anterior y no tuvo Caladryl para sobarse. Navegando en la irregularidad, se llenó de nervios todo el partido. Cada gol era una puñalada que rajaba el corazón sin reacción alguna, como manso cordero al matadero. Si se puede decir, quedaron tan tristes y tan vacíos de ideas, que hasta les robamos el alma en 90 minutos. No corrían: deambulaban.

Y ahí está la siguiente empresa de Pinto y compañía limitada: que en los próximos tres partidos (Deportivo Cali, Nacional y Santa Fe) Millonarios debe ser capaz de hacerle sentir a esos equipos que pueden ser tan vacíos, mínimos, que pueden ser tan reducidos a su mínima expresión, sonando a deber reventar su espíritu con goles, buen juego y muchísimo orden. El puñetazo definitivo debe venir en camino.

Entonces ¿nos bajamos del mundo y le mermamos a las emociones fuertes? Esto hasta ahora comienza, muchachos y muchachas.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco