Carlos Ortega

El día después: escarapelas como empanadas

Todavía se cuentan los moretones en las piernas de Fernando Uribe, el ‘Benjamin Button’ del área, y Daniel Ruiz, el niño maravilla que madura rápidamente ante nuestros ojos. Patadas arteras van, vienen y no tienen castigo. Dolores tratados en la enfermería con ungüentos milagrosos y se curan con sobanderos prodigiosos, o con una piscina llena de agua y hielo. Trastabillan. Caen en el pasto. Maldicen.

Carlos Ortega es un buen árbitro. Cuando despuntaba como profesional, hacía uso del buen juicio que debe tener alguien dedicado al oficio de impartir justicia en un terreno rectangular sintético o natural. Se mencionaba en esos años lozanos su filiación familiar con Álvaro Ortega, tristemente célebre por ser asesinado en 1989, en Medellín, solo por ser árbitro.

Gracias al buen rendimiento arbitral, llegó al cada día más devaluado panel FIFA colombiano para 2021. Con ello llegaría un dinero mensual consignado desde Zurich, mejor y constante formación, viáticos en dólares y designaciones en Suramérica. Incluso ya tiene en su palmarés una final: partido de vuelta en Bogotá, Millonarios – Tolima. Salimos subcampeones.

Lastimosamente, la comodidad nos hace olvidar de dónde venimos. Le pasa a cualquiera. Y él no escapa ante esa condición.

Remate de Osvaldo Henríquez en el área propia que pega en la mano de un compañero: ¿eso no es penal? ¿Con qué reglamento estamos, 2020-2021, o 2021-2022? Ortega estuvo al frente de la jugada. Es castigo con cobro desde los doce pasos. Punto final. Además tiene una fascinación especial por gritar jugadores para imponer el mando. Peor: hubo una falta dentro del área de Andrés Llinás sobre un jugador visitante. Si hay sujeción y contacto, ¿no se debe cobrar? Acá no se determina “leve, poquito, milimétrico” ni nada de esas vainas: ¿hay o no hay? Falló otra vez.

Ayer: 27 agravios, seis amarillas, una tarjeta roja. Dejó jugar, sí, ¿pero a qué costo? Coda: todavía debe la tarjeta para Álvaro Montero, quien lo levantó por la espalda en su festejo por la obtención de la estrella en El Campín.

El arbitraje colombiano sigue en crisis. Parece que reparten escarapelas como empanadas gratis.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco