El dÃa después: enjugando lágrimas con la victoria
El domingo para Millonarios empezó de manera triste y sombrÃa. La noticia del fallecimiento del padre de nuestro director técnico invitaba a empañar un dÃa de reconciliación entre la hinchada y el equipo. Haciendo gala de su tesón santandereano, Jorge Luis Pinto tuvo los cojones para dirigir a su equipo desde la raya de juego: eso no solo demuestra compromiso sino que el fútbol es capaz, para aquellos que lo sienten como una droga, de hacer olvidar la tristeza. Un abrazo para usted, profesor: no debÃa estar ahà y le agradecemos por eso.
En el plano futbolÃstico, no fue una tarde noche perfecta pero que sà reflejó algo que no tuvimos en las últimas dos fechas: actitud dentro del terreno de juego. La mayorÃa de los jugadores cambiaron el chip para darle un nuevo triunfo al equipo sustentado en la idea de juego original, porque pensábamos que Pinto patearÃa el tablero y cambiarÃa el esquema. Para nuestra tranquilidad, volvió ElÃser y se consolidó Román; Marrugo en la suya, entendiendo cada situación de juego y siendo más neural que sanguÃneo. La defensa tuvo que domar dos potros salvajes y talentosos como Leonardo Castro y Germán Ezequiel Cano. El medio campo, con un Macalister inspiradÃsimo, jugó regular 20 minutos hasta que se asentaron aun con la ventaja del gol de Carrillo.
Después hubo mejor solvencia en cada espacio del terreno de juego: la posesión, mentirosa desde los datos, no mostró que el DIM pateó cinco veces fuera del área, erigiendo a Wuilker como héroe y villano: dos de Andrés Ricaurte, una terrible de Cano en cinco con 50 y varias más. El portero, tan necesario como crucificado, vio cómo la pelota le pasó por arriba de sus manos en el empate de tiro libre. A pesar de la derrota, los rivales no se escondieron y la mejor noticia para Millonarios, aunque no sea asà por las formas, fue la lesión en el hombro de Ricaurte: su salida fue el detonante para que tanto Jaramillo como el mismo Carrillo, y después Duque con Montoya, tomaran el mando del medio campo.
El momento de ganar era para Millonarios: la victoria fue justa, sin sobrar nada, hasta darse el lujo de experimentar en los minutos finales, con Bertel como extremo izquierdo (casi opción de gol) y Payares como lateral por esa misma zona, con Rambal y MatÃas como centrales; no funcionó porque asà llegó el gol del ariete extranjero, para el 3-2, también resultado mentiroso, porque cualquier desprevenido pensarÃa que fue un gran encuentro.
Las lágrimas de Pinto fueron enjugadas con una victoria y la actitud de los jugadores desde el dolor de su padre futbolÃstico fue el aliciente para volver a ganar luego de cuatro fechas. En la calamidad podemos encontrar fuerzas escondidas que no sabÃamos que tenÃamos. Millonarios sigue en construcción y eso es una buena señal porque el trabajo no está completo.
Próxima parada: Alianza Petrolera, en Barrancabermeja, territorio azul.
Leandro J. Melo C.
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