El día después: dependemos de nosotros mismos
En la previa, en el papel, luego de ganar 1-0 ante Unión Magdalena, Millonarios viajó y regreso desde Ipiales con un punto que sabe bien desde todo punto de vista. Firmar el empate antes de iniciar ese partido parecía un buen negocio entendiendo que quedarán dos partidos como locales y ahí está la hipotética clasificación.
Se intuía desde el principio que sería un partido trabado, duro, rústico: cualquier patada sería necesaria para frenar un equipo como Pasto, orientado por Alexis García: es un clásico pensar en aquel Equidad 2010, equipo que siempre fue pegador durante su devenir en Bogotá. El equipo del sur del país entendió que podía sacar de quicio a los dirigidos por Jorge Luis Pinto: en los primeros 45 minutos pretendieron juego brusco, de los que necesitan trabar para generar algún resultado. Y lo lograron. Por poco nos vamos con uno menos, caso Banguero: la primera amarilla estuvo bien anunciada y jugó gratis hasta su salida en el inicio del segundo tiempo.
Recomponer un equipo que pierde desde el minuto tres no fue fácil: la falta dentro del área fue real y así Matías sustentara que “era la primera”, penal es penal. Paréntesis: ¿sintieron un nudo en la garganta y el corazón cuando Henry Rojas se paró frente a Faríñez? El remate que fue contenido por el venezolano fue insuficiente por el rebote que generó el disparo. Segundo paréntesis: ¿cuántas veces hemos visto invasión en cobros de tiro penal y cuántas veces los árbitros lo han repetido? Sin normalizar, es infrecuente que se repitan esos cobros directos. Pasto generó opciones, dos de ellas atajadas por Wuilker, incluso un palo y aun así no pudieron vulnerarnos más.
Luego, con cambios importantes, Pinto rearmó el equipo. Lo llenó de confianza, pidió pelota al piso, jugar menos neuronal y más posicional con mejor atino en los pases. En un tiro de esquina de Pasto llegó el contragolpe letal más el soberbio remate rastrero al arco por parte de Felipe Román. Tercer paréntesis: ¿felices porque el fútbol base regala alegrías a la hinchada de Millonarios? Ahí es donde se ven los futuros héroes, empero que el lateral derecho convierte su primer gol como profesional. Ante la salida de Matías por lesión, Bréiner Paz llegó a resolver la línea defensiva: otro atino de joven hecho hombre en un partido destinado para verdaderos batalladores.
Millonarios pudo resolver un partido que estaba enredado. Ya sea por la cancha fangosa, los camilleros lentos, los recogebolas adiestrados cuando son locales, un grupo de hombres intentó definir la serie desde Ipiales: no alcanzó pero, se repite, el punto sabe bien. En las piernas y pulmones de Cristian Marrugo está el orden del medio campo; en la sabiduría y nueva rapidez de Macalister está la salida por izquierda; en la posición de González Lasso, pasando de nueve de área a un extremo de la cancha, hay solución; en Román, Paz y los jóvenes en camino de hombres hay respuestas desde la actitud y la técnica. Asistimos orgullosos a un partido que se embolataba pero que hoy permite definir en Bogotá, con todo a nuestro favor.
En el descanso de hoy, antes del próximo sábado, está la clave de los siguientes tres partidos: dependemos de nosotros mismos.
Próxima parada: sábado en el Nemesio Camacho, ante el mismo rival. El rigor debe ser para Alexis García, ese marrullero quejambroso, «alma de Dios que nunca ha hecho nada».
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco