Miguel Angel Russo

El día después del final

“No voy a hablar del partido: creo que ya es otra historia, a mí no me corresponde. Han pasado dos años difíciles pero siempre con buenas relaciones. Les deseo lo mejor. Dios los bendiga y gracias por todoâ€. Treinta segundos, nada más, duró la rueda de prensa de Miguel Ãngel Russo como, hoy, ex técnico de Millonarios.

Han pasado dos años donde la sonrisa de él, en su presentación y despedida, en el mismo escenario, el Nemesio Camacho, nunca se perdió. Aún en los momentos más difíciles, puso el pecho a las balas que le llegaron. Los títulos, el que ganó ante Santa Fe y su lucha contra el cáncer, quedan en la retina del hincha. No estuvo en Medellín por este problema médico, pero su segundo al mando, Hugo Gottardi, fue más que capaz en la plaza más brava. Ambos títulos como visitantes con una campaña de local bastante modesta. No importa: título es título y no se discute.

Quedan también, de estos dos años, las lecciones y las frases. El sistema de juego, la terquedad, jugársela por la que cree, no la que queremos. En el recuerdo quedará que hubo tres jugadores que nunca cumplieron sus expectativas (Jacobo Koufaty, Alexis Zapata, Carlos López) y no debieron llegar al equipo sin el aval de él. El dueño de Millonarios, Gustavo Serpa, espetó que la inversión de seis millones de dólares, era la más alta en los últimos años. Es cierto, una suma de dinero considerable, pero ¿fueron invertidos en los jugadores que Russo y compañía pidieron expresamente? Solo llegaron dos, Ovelar y Hauche, de los nueve que pidió. “El que tiene plata, marraneaâ€.

No hay un recuerdo cercano de un director técnico que se haya ido perdido por goleada y aplaudido por la tribuna. Anoche fue un momento conmovedor cuando, iniciando el partido, toda la hinchada al unísono lo coreó con potencia y estridencia. En el 0-3, “Russo querido, esta hinchada, jamás te olvidaráâ€. El marcador quedará en el recuerdo, así como la corrida de un hincha que solo quería un abrazo del verdadero comandante del proyecto deportivo. Final del partido y volvemos al principio del escrito, treinta segundos de declaraciones.

Sin el análisis riguroso de los números, anoche se rompió la poca conexión que quedaba de muchos jugadores con la hinchada. El 0-3 no solo es doloroso por el clásico que se pierde, en condición de local, sino porque no hubo un solo atisbo de querer revertir la situación en el campo de juego. Millonarios tiene tres capitanes designados y ninguno fue capaz de ofrecerle disculpas a su empleador, jefe directo o hinchas: eso dice demasiado de la rotura de la confianza en el cuerpo técnico. Solo Marrugo, De Los Santos, Faríñez y John Duque fueron capaces de poner la cara en momentos duros. Muchos jugadores son expertos en divertir en redes sociales a su hinchada, pero cuando llega el real trabajo de la semana apenas cumplen con correr o sudar.

Es el final del año y no queda nada más por decir. Lo que venga será el futuro y hoy no tenemos ninguna certeza sobre él. Es el final del proceso más exitoso de Azul y Blanco como empresa, el eterno ‘reset’ del que no sabe hacia dónde va, el lento proceso de autodestrucción que acontece porque no somos capaces de sostener tres años de éxitos. Volveremos a empezar de menos uno.

Volveremos otra vez.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco