Unión Magdalena Millonarios 2019

El día después: definir en casa

Tres goles serán recordados en estos cuadrangulares semifinales: el zapatazo de Felipe Román en Ipiales, el cabezazo de Santiago Montoya en El Campín ante Pasto y el de César Carrillo ante Unión Magdalena, ayer en el Sierra Nevada.

Seguramente no fue la mejor presentación de Millonarios y la cara de Jorge Luis Pinto, apenas finalizó el partido, era la perfecta ilustración de la insatisfacción por no ganar en Santa Marta. Se dirá que perdimos los primeros 45 minutos pero nosotros, tan cachacos, tan sabaneros, entrenando siempre con frío y en altura, lo único que podíamos hacer era aguantar ante el sol inclemente, el que permitió solicitar pausa para hidratación en ambos tiempos gracias a Wilmar Roldán, tan cansado y asfixiado como nosotros.

Seguramente Unión Magdalena se envalentonó con ese gol maldito, de reflejos, que permitió Wuilker en la raya, y que entre Rambal y González Lasso perdieron en la marca. Es posible que Pinto y sus dirigidos jugaran a no desgastarse en la primera mitad del partido e intentar definir en la segunda, sea con balón en movimiento o jugada previa, con mucho menos sol. El caso es que esa insatisfacción de Pinto le ofrece todas las opciones posibles para avanzar a la final sin depender de nadie. Y ese es el mensaje: dependemos de nosotros mismos.

Así como el gol de Montoya se conectó con aquel gol de Harrison Otálvaro ante Tolima, en el año 2012, el de Carrillo es el que nos permite tener en nuestras manos opciones propias: viendo el resultado en Cali, América 0-3 Pasto, vale un potosí el cabezazo por asistencia de Cristian Marrugo. Solo con un poco más de agresividad en la marca, Millonarios logró por 30 minutos asfixiar a los locales. Quedará también que el Búfalo tuvo un desperdicio increíble y que Juan David Pérez, pucheros incluidos, no quería salir del partido. Mauricio Pochettino, sub campeón de Champions League, lo mencionaba: “siempre desconfía del jugador que se quiera quedar, más no del que se quiere ir; porque el que se quiere ir tiene ambiciones”. Seguramente habrá alguna reflexión entre ellos dos pero todo queda en la intimidad. ‘Silenzio stampa’.

Y si cabe otra reflexión, podría ser esta.

El fútbol nunca, entiéndase bien, nunca fue de los dirigentes, de los financieros, de los capataces con plata. No. El fútbol siempre fue una diversión obrera, un modo de escape a las largas jornadas de trabajo, al ocio del tiempo libre. En la época moderna de fútbol, en las noches, después de una larga jornada de trabajo. Es lamentable que DIMAYOR y sus dirigentes, incluidos los nuestros, sean capaces de votar a favor de plazas que no tienen luz artificial para sus partidos. No solo es por Millonarios y jugar la definición con nuestra (poca) gente a las tres de la tarde: es por el bien del interés público, como se intentó declarar al fútbol en alguna nueva ley de la República este año. 

Los dirigentes no saben lo que están votando en las asambleas: fecha de clásicos y cuadrangulares cuando los tiempos son apretados; estadios sin las mínimas condiciones para la televisión, aquella que manda con sus millones de dólares, centavos que anhelan todos los clubes, grandes y chicos. Y, peor, los mejores deportistas del torneo tienen que ser cedidos obligatoriamente a sus selecciones nacionales cuando no se ha acabado la competencia local. Es una desfachatez que en la mejor cuarta liga del mundo (¿según quién?) estemos pensando cómo complacer a todos los equipos, maletín lleno de promesas mediante, para atornillarse en el poder. 

En los modos obreros, siempre tienen la culpa los que trabajan en la hilandería.

Próximo partido: América de Cali en El Campín, en un posible horario atípico, a menos que…

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco