Millonarios Santa Fe 2022

El día después: carretera lluviosa, noche redonda

Todo parece marchar sobre ruedas. En el momento menos pensado el automóvil resbala de la vía y parece trastabillar cerca de la cuneta. Llueve intensamente. Todo está enfangado. No hay salvación, pero sí tiquete directo a la otra vida. En el momento más crítico del camino, cuando todo parece perdido, las llantas hacen su tracción obligada y los frenos también ayudan para salvar la vida de los pasajeros.

Quienes parecen condenados a chocar últimamente son los dolientes de Independiente Santa Fe. Se hablará mucho y habrá suficiente despliegue mediático respecto de la tiradera de objetos cerca de la tribuna familiar por parte de algún insolente cobarde con camiseta roja. También han salido a flote esos bellos guardados entre el empresario del técnico perdedor y, casualmente, los jugadores que merecían salir por pésimo rendimiento dentro del terreno de juego. Y la mejor postal de este clásico para ellos: que Néider hizo la gran ‘Caballo’ Márquez en oriental con el 1-1.

El camino, atendido a plenitud, fue el llamado entre hinchas. La clave, papel picado, así la tormenta arreciara por El Campín. ¡A la carga de bultos como antaño, compañeros! Así, también los extintores repletos de humo, protagonistas de la noche, todavía sirven para los bomberos. Ese intenso hollín de color azul fue parte del perfecto cotillón, aquel que nos permitió recordar las épocas cuando íbamos a fútbol para ver fútbol, y no a posar con ‘duck face’ para la autofoto del postureo mediático.

Millonarios no se extravió dentro de la trocha. Mostró un repertorio poco conocido y necesario para encarar el cuadrangular. Es sabido que nos encanta jugar más que un gato con dos madejas. Pero ojo que estúpidos no somos: si quieren un poquito de rusticidad, ¡adelante! Dos errores, uno provocado por ese niño endemoniado que no le da vergüenza tirar un caño al borde del área, como Ruiz, dejó ahí servidita la opción para que Herazo apenas la pudiera picar por encima de mi tocayo Castellanos. Y en el final, una pelota de costado, dañina, un puñal, impactó en el defensa Meza y 2-1. Eso último también parece un clásico.

300 juegos de Macka, 100 de Bertel (¡partidazo!), 306 clásicos bogotanos, 120 victorias azules. Carretera lluviosa, noche redonda.

En el momento más delicado de nuestra vida, algo nos hace frenar. Ya sea por suerte o destino, inconciencia o perfecta coherencia, hay cosas, personas y momentos de la vida que nos salvan de nuestro propio sino trágico, cómico e histérico. ¡Por Dios, carajo, danos esa salvación al final!

Me voy. Mientras eso pasa, soñaré despierto con el palo de Daniel.

Mira aquí la columna del «Profe» Carlos Martínez

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco