Santa Fe Millonarios 2019

El día después: cabeza y cola

Queda para el recuerdo del corazón que este semestre Millonarios no ganó ningún clásico ante Santa Fe. Los libros de estadísticas se relamerán años después cuando vuelva a pasar que nosotros quedamos primeros y los vecinos, últimos. Que el jugador más verborrágico de ellos, Luis Manuel Seijas, porte el número de camiseta que tiene la posición en la tabla, 20, es poesía futbolera.

Los hermanos Guzmán, Jorge y Alexander, árbitro central y asistente uno, pitaron faltas cada dos minutos: no hay continuidad y anhelamos que una cancha de fútbol sea como la Cinta de Moebius; ojalá, alguna vez, veamos otro partido fluido en el fútbol colombiano. Los clásicos son batallas tácticas, estrategias hasta de escritorio si es necesario, pero al final es un partido de fútbol: ayer no lo hubo, o muy poco. Dos palos de los cardenales alertaron a Millonarios, que fue un líder más preocupado por proteger soldados justo antes de la siguiente cúspide por alcanzar, la final del torneo, previo cuadrangular.

Más que aplausos, Matías 2019-I volvió a ser Matías 2018-I y II: sólido y solidario, rápido, solvente, casi que perfecto. Marrugo no solo está en excelente nivel sino que fue sacrificado dentro de la maraña táctica que propuso el rival: desde acá le enviamos felicitaciones por sus 500 partidos en Liga, cifra nada despreciable. Duque, sin brillar, fue el que más patadas recibió, junto a Jaramillo. Un partido para que Elíser olvide y que los pucheros hechos iniciando el segundo tiempo le ayuden para reflexionar que siempre debe estar bien, que no todo puede ser flor de un día o golazo ante Tigres. Lasso en su salsa: otro abnegado, generoso del espacio, se inventó lo que pudo. Querido Macalister Silva: ¡vístase señor que no lo queremos ver jugar desnudo!

En el papel y la cancha, sobre todo en el primer tiempo, fuimos más pero no alcanzó. Como un vaticinio de lo que sucedería, la aplicación móvil de Millonarios no presentó a Jair Palacios como lateral derecho: olvido o descuido, fueron unos visionarios premonitorios. La expulsión por doble amarilla, justas ambas, le permite a Felipe Román cabalgar con tranquilidad en los próximos partidos porque así nadie tenga el puesto asegurado, tiene ‘pole position’ por ese carril. Faltó fútbol, ese que se planteó vertiginoso desde los 17 segundos cuando Lasso casi la manda guardar por un descuido de Banguera, portero local.

La cabeza no pudo ante la cola. La vaca que iba directo al sacrificio del matadero fue arrogante y terca: nadie pudo vulnerar el arco rival así pareciera que ellos, nuestros vecinos, podían marcar un gol. Si hay un halo de tristeza por estos dos clásicos sin ganar es porque remontarse al pasado, hasta el más reciente ganado, es casi que hacer un salto temporal. En la lejanía de la tabla de posiciones, entre uno y otro equipo, se mostró no solo la irregularidad del campeonato sino que el ajedrez del juego quedó, otra vez, en tablas. 

Ni vencedores ni vencidos: solo uno primero, el otro último. Cosas del fútbol.

Próxima parada: Rionegro intentará escapar del descenso en el Nemesio Camacho, cerrando la fase todos contra todos.

Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco