Cumpleaños azul y gris
Para algunas personas celebrar un cumpleaños se convierte en un día completamente diferente y especial al resto. Es sinónimo de planificación, festividad e incluso de ganar sabiduría por el tiempo transcurrido en vida. Sin embargo, como en la vida y en el fútbol, en los días y los partidos, en los años y los campeonatos, en los lustros y las campañas no hay nada escrito.
Despertar el día en que uno festeja su nacimiento, con un nudo en la garganta y con más incertidumbre y zozobra que felicidad, genera que lo esperado para conmemorar cambie 180°. Se siente como si toda la planificación se derrumbara y, o sólo quedaran los pedazos para volver a armar un todo, o simplemente desecharlo.
El 18 de junio es una fecha muy importante para la hinchada azul, es algo que nos ha unido año tras año, celebración tras celebración con un objetivo: enaltecer la fundación de Millonarios. Hemos atiborrado calles enteras que contrastan con el cielo, creado banderas que van de sur a norte tratando de enseñar la grandeza de su historia, y últimamente asistido a eventos que reúnen música, un sentimiento y la pasión por un escudo. Sin embargo, este año se siente diferente. El amor no cambia, pero la sensación de desasosiego por un semestre para el olvido opaca un poco el cielo azul y genera un nubarrón en la mente de los fieles seguidores.
Nos levantamos un nuevo 18 amando el escudo, pero cuestionando lo trabajado, lo creado y también con un sinnúmero de preguntas sobre el futuro del equipo. Un semestre tortuoso con partidos que jamás queremos repetir; con los niveles de algunos jugadores que dejan mucho que desear; y con la cabeza de la puesta en escena que transmitió en más de 90 minutos inseguridad y nerviosismo a través de su planteamiento de juego, o con cambios mal formulados y la pérdida del cabotaje en los torneos disputados. Tras todo ello festejamos el cumpleaños del amor más grande de la manera que podemos.
Pasarán los jugadores, técnicos y semestres inolvidables de llorar de felicidad o de completa tristeza y frustración. Así mismo, pasarán los años y las conmemoraciones de lo vivido o lo que hubiéramos querido olvidar y que no quisiéramos que marcaran un antes y después en cada celebración del natalicio. Hemos sobrevivido a cumpleaños mucho peores; a temporadas de “arroz con huevo” y de vender manillas o pequeños artículos para hacer que nuestro Millonarios siguiera flotando sobre la marea ‘A’; a seguirlo acompañando aun cuando muchos de nosotros coincidimos con que Millos no suele ganar en nuestras fechas especiales… Pero haciendo que cada momento de felicidad que nos regala una pelota de cuero valga la pena.
Esperamos que el regalo que pueda destapar la hinchada más fiel sea el levantar una nueva copa y adornar el cielo decembrino con una nueva estrella azul. Aunque ahora nos despertemos de un mal sueño y una mala temporada, anhelamos que el capitán del barco sea autocrítico cuando debe serlo, que su tripulación comprenda sus orientaciones y que si una parte falla, por más que un Leo Castro reme hasta el cansancio, no podrán atracar en el puerto 17 si los otros diez nautas no tienen ni la energía ni la disposición suficiente por seguir adelante.
Conmemoramos un nuevo cumpleaños de lo que nos une por pasión, por los colores y por el significado indiscutible que tiene Millonarios en nuestras vidas. Por 78 años de historia y grandeza con el mismo amor con el que solemos celebrar nuestro propio cumpleaños o el de las personas que amamos y por quienes también nos levantamos cada día. Por ahora el nubarrón se va disipando de a pocos con la expectativa de contrataciones -una fórmula indispensable para conseguir los objetivos- y la imponente ilusión que tenemos de que un referente del fútbol colombiano e internacional por fin pueda jugar en el equipo de sus amores, incluso siendo consientes de todo lo que “El Tigre” acarrea económica, mediática y futbolísticamente.
Paola Clavijo García
@ojimielosa