Cuidarte siempre a vos en la derrota
Primero, quiero ofrecer disculpas por el argentinismo en el tÃtulo. Tengo entendido que muchos resultan chocados cuando leen eso, porque, me dirán, estamos en Cundinamarca y no en Dinamarca.
Del joven Santiago Ruiz, ex fotógrafo de Millonarios, me quedan textos en la memoria. El primero fue una fotografÃa en el torneo de pretemporada, donde Jorge Luis Pinto está de espaldas al lente (¿o es ‘la lente’?) y el cielo de la Calle 57 quedó retratado con la pirotecnia color rojo. Esa fotografÃa la utilicé como fondo de pantalla durante largo tiempo.
Pero también quedó un retuit hecho hace unos meses, antes que Cerro Porteño enfrentara la llave de vuelta de Libertadores contra River Plate de Argentina. Él, Santiago, hizo posible este cierre del fin de año para MundoMillos: muchÃsimas gracias.
El contenido final emanó desde la cuenta oficial del equipo paraguayo. Si algo tienen los guaranÃes no solo es imaginación sino sentido de pertenencia. Vivimos a Roberto Ovelar y leÃmos en su timeline un jugador cero abstraÃdo de la realidad y contó, con palabras, situaciones propias de nuestra sociedad. Si quieren hagan la labor de ‘stalker’ y corroboran mis dichos, algo que no se hace con los contenidos que pululan en redes. Como el ‘Búfalo’, conozco pocos jugadores tan motivados y comprometidos por su comunidad.
Volvamos al trino: la canción que acompañó esa invitación para ir a la cancha de Cerro Porteño es de la banda argentina “Él mató un policÃa motorizadoâ€. Al ritmo de la letra y la música, las imágenes que acompañaron esta pieza audiovisual eran de hinchas de dicho club, llegando, entrando, perteneciendo. El club es de sus hinchas y solo ellos entienden, como Ovelar, qué realidad padecen y disfrutan.
En comillas la canción. “Ah, paso todo el dÃa pensando en vos, ah, ah, ah, ¿qué hay de malo en todo esto?†Ustedes, hinchas embajadores, son los que saben qué tanta influencia tiene Millonarios en sus vidas. Pasamos parte de nuestro tiempo mental intentando solucionar los problemas incitados por un grupo de directivos, cuerpo técnico, jugadores y administrativos. Azul y Blanco, la verdad, está sobre-diagnosticado y no me interesa calificar más porque los resultados hablan por sà mismos. ¿Qué hay de malo en todo esto?
“Ah / todo lo que hago es para vos / ah, ah, ah, / ¿vos pensás que pierdo el tiempo? / Perdón si estoy de nuevo acá / pensé que habÃas preguntado por mi / me gusta estar de nuevo acá / aunque no hayas preguntado por mÃâ€. Llegamos al Nemesio, nos acomodamos, disfrutamos, reÃmos, lloramos, puteamos, pero nadie nos pregunta si fuimos o no: simplemente lo sabemos. Nadie necesita entender por qué asiste, pero todos opinamos que hacerlo es sinónimo de la comunión religiosa que tenemos con nuestro equipo. Para los directivos, somos fantasmas que nos aparecemos cada quince dÃas y solo somos apreciados cuando hay camisetas rosadas en la mitad, cuando hay abonos para renovar. Mi presunción personal indica que el único sitio posible para decir ‘no estoy de acuerdo con ustedes, Azul y Blanco S.A.’ es la graderÃa. Si puedo influir en ustedes, pido de corazón que no dejen de asistir: es imperativo que la voz sea escuchada dentro porque fuera del estadio no somos nadie y hablarÃamos con la pared.
“Voy a quedarme un poco acá / cuidarte siempre a vos en la derrota / hasta el final, el finalâ€. Asà será. Mi pacto como hincha nunca fue con un directivo o un jugador: siempre fue con el imaginario de la grandeza, esa que no fueron capaces de reconocer estos financieros al menos mencionando el natalicio de Don Alfonso Senior Quevedo. Como lo dije: de los que no tienen corazón, no espero nada. De ustedes, hinchas azules, me gustarÃa que entendieran que tienen en sus manos el futuro del club pasando desde la arenga, el grito de batalla, hasta el compromiso de transacción comercial de algún objeto que contenga el escudo. Pero más importante que eso, es esto: he sentido el latir de la cancha y puedo percibir cuando tiembla la tierra que sustenta el estadio: necesitamos volver a “eso†con urgencia porque “esto†serÃa el despertar ideal de la somnolencia que viven en las oficinas inglesas, donde duermen el sueño de los justos. Nosotros todavÃa no sabemos qué tanto poder reside en la voz y las palabras: es hora de hablar más duro, mucho más fuerte.
En la victoria nos vemos y en la derrota nos conocemos. Vamos a abrazar esta idea, si les parece: siempre cuidaremos a Millonarios, siempre cuidaré a Millonarios. Nosotros estaremos: ellos pasan, se van, apenas transitan. Nosotros vivimos el acá, el ahora y el futuro.
Feliz 2020. El 7 de diciembre, velita azul. El 24, 15 uvas (si son muchas y les produce indigestión, cinco mililitros de vino). El 31, abrazo con su hermano del alma prometiendo que se va a desgañitar alentando al Embajador. Y el 1 de enero, la consabida resaca que se palea con Aspirina, porque el futuro cercano tiene pinta de baile y movimiento tipo mareo permanente.
Esto “es la depresión cinéticaâ€: asà termina la canción y se llama “El tesoro†(https://youtu.be/vlneT-a-KkQ).
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco