Con cabeza frÃa: la felicidad está en casa
Se lo leà en 2012 a Nicolás Samper en una dolorosa crónica de diciembre. Los goles en los últimos minutos, ésos que te dan esperanza cuando todo parecÃa acabado, escudriñan en el corazón y hacen que la derrota pese el doble. Él hablaba de Jorge Perlaza y uno de sus tantos más importantes en Millonarios -también de los más inútiles- y un empate contra Tigre que revivÃa todo lo transpirado contra Gremio y decoraba de ilusión una noche que nunca se teñirÃa de final.
Llevo dos dÃas odiando a Jader Andrés Valencia Mena por eso. Hoy siento y pienso que era mejor haberlo perdido 1-0 y ya estuvo, que nos reconociéramos en haber sido superados y nunca haber encontrado la comba al palo, que nos fuéramos del Roberto Meléndez agradecidos por no haber perdido por cuatro goles y que las reflexiones fuesen por una derrota sin sorpresas. Pero esa esperanza nacida en su remate mordido y flojo que igual se coló en el arco de Viera y nos hizo gritar y abrazarnos y cantar en un bar a reventar el sábado, nos condujo a que la pena de volver a Bogotá sin puntos fuese mucho mayor.
Pero tal y como pasó en ese maravilloso 2012-2, el punto invisible nos sigue permitiendo depender de nosotros mismos y dos victorias en casa, por más que Bucaramanga le vuelva a hacer una venia a Nacional, dejarÃa a Millonarios con 10, a su rival con 8 y a dos eliminados. Nuevamente teniendo todo en nuestras piernas, sin tener que ojear el marcador de otro partido. La clave sigue estando en casa, la matemática sigue sin fallar.
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Cuando ocurrió lo de esa Suramericana recuerdo no haberme entristecido tanto. No estar en el estadio influyó, claro, pero en cambio sà pesó haber ido la noche anterior. El 3-0 contra Tolima me decÃa «menos mal el mixto de anoche ganó y nos mantiene con vida en lugar de quedar sin pan y sin queso» (y qué importante serÃa). Hoy la derrota contra Tigre es el sÃmil de la de Barranquilla y la victoria de Liga, el de los 6 puntos que nos aguardan en el CampÃn. Con todo y que hubiéramos preferido que Jorge y Jader no marcaran si el desenlace no iba a cambiar, cuando las probabilidades son reales y tangibles las noches horribles cesan y una nueva meta siempre despunta con el alba.
Carlos MartÃnez Rojas
@ultrabogotanoÂ
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