Con cabeza fría: Cargar baterías
Juan es bogotano, tiene 23 años, vive en Suba y es hincha de Millonarios, un equipo que dice ha estado en su vida desde que tiene memoria, ya que toda su familia es azul. Su padre, el señor Forero, fue su modelo viendo los partidos de Millos con sus tíos y primos, lo cual lo hace sentir que desde siempre ha sido seguidor del Club y que es una herencia que espera extender algún día.
Como tantos otros hinchas, Juan es consciente que las directivas de Millonarios no corresponden su historia ni su importancia. A la indolencia y ausencia del presidente y del máximo accionista para plantar cualquier cara que pudieran ofrecer, se sumaron dos semanas difíciles y de ánimos caldeados, con dudas en las contrataciones, noticias de la plantilla a destiempo, dos pálidos empates de local y desencantos frente al semestre del equipo para agudizar la insatisfacción.
Aún con su rabia latente, realmente con la de todos, se confirmó el fichaje de Daniel Cataño. Y Juan compartió en su cuenta de Twitter un mensaje que leí gracias a que un conocido lo retuiteó, sin pensar en que en un momento de desgano y de pensadera, esas sencillas palabras de Juan me llegarían con la misma fuerza con la que Daniel Ruiz remató para el primer gol del sábado en el Atanasio:
«Es hora de empezar a brindarle la mejor energía a Millonarios; lamentablemente Serpa sabe que el amor por el equipo es muy grande y se aprovecha de eso, pero ya es hora de enfocarnos en el objetivo».
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Más allá de tener claro que nunca deberíamos callar ante todo aquello con lo que discrepamos, que los cánticos no amenazantes y las pancartas contra los dueños del Club y su gestión no deben censurarse y deben seguir si ésta así lo merece, Juan acierta al remarcar el apoyo a los jugadores, al cuerpo técnico y a congregar nuestras fuerzas en ese objetivo que todos los hinchas queremos: ser campeones. Y para serlo, siento que el trasfondo de su idea es que como seguidores de Millonarios debemos poner de nuestra parte, acompañar a los nuestros, arroparlos y creer. Dejar de lado diferencias y peleas de egos, para todos unirnos en torno al aliento que debe siempre provenir de nuestro lado de la cancha.
Juan no es miembro de ninguna barra, tampoco es abonado aunque asista con regularidad al estadio, incluso en ocasiones en las que no lo tiene planeado y lo decide -como con muchas decisiones de nosotros como hinchas- en arrebatos motivados por el amor. Y no habla creyéndose el dueño del manual del hincha, sola y simplemente desde su corazón albiazul. El que millones compartimos y por el que millones respiramos y sufrimos.
Ese fue mi chip al que Juan le pasó un poquito de carga y chispa para ponerlo en marcha nuevamente, justamente gracias a la sinceridad con la que lo leí y me recordó el sentimiento de niño al ver a Millonarios. Creer, seguir, alentar y nunca abandonar la esperanza del mañana mejor. Así como el que Millos nos regaló en Medellín. Así, como el que no nos puede dejar de emocionar al enfundar una camiseta azul en día de partido. El amor que juramos defender, el amor al que siempre seremos fieles. Porque todo se resumirá en la conclusión musical de Juan en su trino: «Sé que por Millos estoy muy loco».
Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano
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