Canto de gol: héroes caídos
No era costumbre para mí asistir a la FILBO a eventos o conferencias, salvo una en la que mi mejor amigo fue ponente. El objetivo siempre fue y han sido los libros y el pabellón de caricatura con sus «maricaditas» entretenedoras.
En 2013 fue mi segunda vez, con un propósito absolutamente claro. Jorge Mario Neira lanzaba ‘Las 1001 anécdotas de Millonarios’ y moví cielo y tierra para cuadrar mis vainas y estar allá. Íbamos con mi ex y su familia, cero futboleros, y les dejé en claro que mi prioridad era estar en la Sala Jorge Isaacs, con o sin compañía. Que si algo se dieran una vuelta mientras ese tiempo.
El objetivo era uno solo. El libro, la excusa pagada y disfrutada para ver a Hernán Torres de cerca y poder lograr una foto con el ídolo que condujo a mi equipo a la primera estrella del milenio y que mis ojos habían podido llorar. Y tres sorpresas adicionales que no tenía presupuestadas llegaron esa noche. Una fue ver de nuevo a Germán Gutiérrez de Piñeres después de aquellos pocos partidos en 2002 como DT, cuando lo vi desde la reja de occidental bajas hablando con periodistas de campo que atravesaban su micrófono entre los alambres para captar sus impresiones.
Escucharle tantas anécdotas al ‘Pantalonudo’ Arroyave y conocer y tomarme mi primera foto con don Senén Mosquera, las otras dos maravillas de la noche. Y las palabras del ‘Jet’, desde su silla de ruedas, diciéndome «Tienes puro sentado de goleador en los himnos» es un momento que guardo con muchísimo cariño en el corazón.
El martes pasado, cuando terminó la rueda de prensa del Cali y el profe Hernán se quedó un rato hablando con la periodista del canal licenciatario a un costado de la renovada sala de prensa en Techo, se hizo más evidente la frustración que se le vio en Bogotá y la impotencia de no poder hacer andar un barco de babas que es ese equipo. Jodido, nueve años después, volver a ver a un ídolo así de derrumbado y en claro desdén con sus directivas e hinchas, que gritaron más para putearlo que para alentar a su equipo verde.
Cuando sostuvimos esa única charla con él en las escaleras de Corferias, Millos venía en el bajón acostumbrado cada vez que hemos jugado fase de grupos de Copa Libertadores en este milenio (el primero de los tres disputados con él, con don Miguel Ángel Russo y con el profe Gamero). La foto rapada fue tan valiosa como poderle decir que los hinchas seguíamos eternamente agradecidos con él y que, a pesar del presente, todos lo apoyábamos al unísono. «Usted no sabe lo importante que es para mí saber eso. Mil y mil gracias», fue la respuestas que también guardo en el alma como un tesoro.
En 2013 lo despedimos con un trapo bajo la lluvia y, al menos, con tres puntos. En este 2024, antes de su anunciada salida, no habría lugar para siquiera un apretón de manos. La rabia y la decepción hicieron que mis buenos deseos para don Hernán Torres Oliveros se limitaran a una bienaventuranza por su futuro y su vida, donde sea que ahora vaya a iniciar de nuevo.
El canto de gol para acompañar esta columna es ‘Aquí no podemos hacerlo’ de la banda hispano-argentina Los Rodríguez:
Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano