David Mackalister Silva

Canto de gol: Bogotá

Estaba buscando qué partido llegar a ver el miércoles pasado, luego de una jodida jornada laboral. Puse el del DIM contra «Siempre Listos» pero con el tercer gol tuve que apagar el televisor. El dolor por la derrota vergonzosa de Millonarios en Río seguía latente, y de pensar en Bogotá y lo que deberíamos estar viviendo acá, como lo vivían los hinchas locales en Medellín, me hizo desistir de ver fútbol por gusto.

El número 3 resultó ser la carta de más valor en el Poker internacional albiazul. Sólo 3 puntos en el grupo continental, producto de 3 empates; sólo 3 goles marcados en Bogotá, pero 3 que también nos encajaron en casa; 3 empates y 3 derrotas en el certamen; 3 goles recibidos en cada una de las 3 salidas del país, y 3 goles marcados por fuera que a la final de nada sirvieron.

Volvamos a Colombia. En el debut de cuadrangulares caímos en Barranquilla, tal vez esperado, y en la vuelta vencimos bien pero cuando no valía de nada, más que eliminar al equipo costeño. Pudimos sumar de a 3 contra Pereira, pero en el segundo cara a cara nos empataron al final (por millonésima vez). Y aunque la jugadita de apostar a empatar le salió a Gamero en ‘La Ciudad Bonita’, la obligación era ese día ganar por haber caído derrotados en Bogotá, pecado capital en el fútbol colombiano.

Analizando los resultados del grupo F de Libertadores, la máxima se aplica y extiende perfectamente a los cruces internacionales. Millonarios pudo haber hecho solamente la tarea en casa, y con 9 puntos habríamos conseguido el tiquete a octavos. No era más. No era una misión heroica de sacar puntos en La Paz, o una imposible de sumar en el Maracaná, o aquella accesible de robar puntos en Coquimbo. ERA HACER RESPETAR LA CASA. Era ganar en Bogotá y listo, la labor se chuleaba como «cumplida».

Pero lo único que se chulea es cada ítem del plan quinquenal, en el que como menciona Alejandro Pino Calad en su catarsis azul, no existe ambición ni misión alguna relacionada con ganar. «Ser campeón de…» no es ninguno de los objetivos listados de la dirigencia. Partamos de ahí para entender que ni tres dedos de frente tienen las directivas DE UNA EMPRESA DEPORTIVA. Nadie les explicó que USD330.000 por partido ganado hacían recuperar un riesgo inversor. Si en lo deportivo no hay como meta ganar un partido de fútbol, es porque desde la cabeza tampoco hay un discurso de ganar un título como norte al cual llegar.

«Todo el plantel (es) transferible… la decepción es total» dice el vocero de Gustavo Serpa. ¿Ahora sí renovarían todo un plantel que ya no tiene retos foráneos con premios en dólares? ¿Le darían una nueva excusa a Gamero para poder decir, en dado caso, que fracasamos en 2024-2 porque se rompió un proceso? ¿O le estarían tocando el hombro al DT -como ese niño cansón que repite como grabadora lo que dicen los demás- para motivarlo a renunciar? ¿Qué hacen en Amber? ¿Qué pretenden con este Millonarios?

Andrés Rey resumió en su nota de la semana pasada los momentos en los que nos dejamos adormecer por la ilusión. Pero no se vayan lejos. No es de parábolas inexplicables ni cálculos superdotados. Es ganar en la capital. Es triunfar como locales. No hay mayor ciencia. Con 9 puntos más los empates en Bucaramanga y Pereira estábamos en la final. Con 9 puntos, aún perdiendo todo por fuera, éramos huéspedes de los octavos de Libertadores. Pero con un rendimiento de 56% en casa en este 2024-1 no se puede hablar de otra cosa que no sea la palabra FRACASO. Bogotá debe y tiene que ser un fortín. Y ni a nuestros hinchas en el Campín ni a nuestra ciudad fueron capaces de respetar.

Después de ver que los jugadores se tiran, queman tiempo y traicionan su esencia, y no corren por su honor o amor propio o para saludar a quienes llenaron las tribunas visitantes fuera de Colombia, pero sí «pican» para rogar por un intercambio de camisetas a quien los acaba de humillar frente a todo el continente, tuvimos el óleo sobre lienzo del desastre de este semestre. Una vil payasada que el 2-0 de esta despedida del semestre no podrá maquillar.

El canto de gol de cierre de temporada es ‘Ay Qué Dolor’ de la banda bogotana La Derecha:

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano