Una lección de humildad
Para cuando terminó el primer tiempo, Millonarios vivía una jornada redonda: ganaba 2-0, goles de Guarín y Uribe, Pereira no había pateado al arco, Juanito era un espectador más y no se veía como se podía tirar al piso el partido. Millos ganaba, incluso ganaba a media máquina.
La victoria era tan cómoda, que Gamero se dio el lujo de darle minutos a Salazar y Bertel, salieron Emerson y Perlaza, el mejor de la cancha en el primer tiempo pero con amarilla. En su momento, quien escribe estas líneas aplaudió los cambios. Parecía listo el partido.
De repente, los primeros 14 minutos del segundo tiempo cambiaron la historia. Del cómodo 0-2, en menos de nada, Millonarios se encontró con un incómodo 2-2 luego de un córner bien cabeceado y un remate de media distancia (uno de tantos) que pegó en Llinás y se metió en el arco azul. Nadie lo podía creer.
Con el empate, Gamero volvió a mover el banco: mandó a Chicho al campo y sacó a Guarín. Cinco minutos después, Arango puso el 3-2 que le devolvió el alma al cuerpo a Gamero, al escritor y a toda la hinchada que no entendía cómo se estaba complicando un partido que parecía cerrado.
El drama, sin embargo, no paró. El Millonarios que ganaba cómodo se perdió para siempre. Pereira se vino con todo lo que tenía y a Gamero le tocó meter a Klíver y a Bréiner para defender y terminar pidiendo tiempo hasta que llegó el pitazo final. Faltó muy poco para que lo que era un victoria tranquila terminara en papelón.
Parecía cómodo, terminó sufrido. Millos terminó pidiendo tiempo contra el penúltimo de la tabla del descenso, al que tenía contra las cuerdas en el entretiempo. Es una lección de humildad para todos, ningún partido se gana en la previa y el exceso de confianza casi pasa factura en el entretiempo. Y ojo, que si algo aprendimos es que este Millos 2021 está desbalanceado en la zona defensiva.
Twitter: @elmechu
Esta es la Ficha Técnica del partido