Otro golpe al corazón: eliminados de Copa Águila
Se jugaba una semifinal pero el ambiente en el estadio no era tal, se sentía más como un partido de Liga de Millonarios en el puesto 12 de la tabla frente a un rival cualquiera, al que solo llegan a alentarlo los más fieles sin expectativas de nada. Moralmente todo el mundo estaba roto por lo que había pasado diez días atrás con Santa Fe y por la derrota por Liga del pasado lunes. Pocos, muy pocos realmente esperaban que se diera un milagro. En el sentir general, que se notaba en el ambiente de Campín, el presagio de otra eliminación era enorme. Nadie quería decirlo duro, pero todos lo presentíamos: estábamos asistiendo a un funeral de nuestro ser más querido.
Millonarios salió a mostrar otra faceta, y jugó muy bien durante siete minutos, hasta que llegó el gol de cabeza de Salazar para empatar la serie, previa gran jugada de Barreto por la izquierda. En esos siete minutos, gol incluido, el equipo extendió una invitación a su afición a volver a creer. Lamentablemente, siete minutos es muy poco, e inexplicablemente no se entiende cómo después del 1-0 Millos dejó de ser el equipo arrollador del inicio, y volvió a ser el mismo equipo timorato de las últimas dos semanas.
Miedo. Tal vez esa es la palabra. Con la confianza por el suelo, mejor resguardar esa ventaja parcial y pensar en penales (?) que ir por más. Millos le dio vida al Caldas, que poco a poco se fue adelantando en el terreno y buscando el arco de Ramiro hasta encontrar el empate por la vía de la pena máxima a los 32 minutos. En la siguiente hora de juego, no hubo una sola acción que levantara a la gente de la silla, algo que generara ilusión de una historia distinta. Caldas otra vez pareció el local y tuvo las mejores opciones de gol, mientras que Millonarios vio jugar, sin argumento alguno para buscar al menos los penales. Eliminados sin oposición alguna. Superados.
En apenas 10 días, Millonarios pasó de pelearlo todo a quedarse con casi nada. Eliminado de Sudamericana y de la Copa Águila, ambas ante su gente en El Campín, con respirador artificial en Liga, lejos del octavo, pensando en milagros y sacando 76542 calculadoras. Todavía nadie sabe qué fue lo que pasó en estas últimas dos semanas al interior del grupo porque se derrumbó todo. Solo una cosa es cierta: al hincha le rompieron el alma, un equipo que ahora juega sin alma.
Hay un déficit futbolístico grande, y otro déficit moral mucho mayor. Hace diez días, cuando Santa Fe nos sacó por penales, había una sensación de rabia y frustración. Ahora, que Caldas nos privó de un título oficial y la posibilidad más cercana de ir a Libertadores 2019, se siente solo tristeza. Hay dolores que no se quitan con alcohol, sobre todo cuando son golpes en el alma y se fractura. Duele, duele demasiado este presente.
Twitter: @elmechu
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