Millonarios Aguilas 2021

El final de una maldición

Habían pasado 10 partidos y seis largos años repitiéndonos una y otra vez la misma frase: «¿qué es lo que tiene Águilas Doradas para que ganarle sea tan complicado?». Pasaban y pasaban partidos, todos empates, y nada que lográbamos vencerles. Miramos de reojo el historial de enfrentamientos directos y nos encontramos con que nos superan. Todo un karma.

El Millos de Gamero llegaba a El Campín necesitado de un triunfo y con el fantasma de ocho goles en las tres últimas salidas. Además, Nacional había pifiado en Pereira y era una linda oportunidad para pasar a liderar la reclasificación. Había que terminar con ese karma de Águilas Doradas de una vez con todas, y al final, Ricardo Márquez fue el caza-fantasmas que se encargó de romper la maldición.

Hasta el minuto 66, el duelo era demasiado táctico y falto de emociones. Millonarios con la pelota, el tiempo y el espacio; Águilas aguantando, jugando a la transición rápida y haciendo su negocio. Se jugaba a lo que quería jugar la visita, Millonarios no había pateado ni una sola vez al arco y la lectura del partido dictaminaba que los nuestros se estrellaban, se confundían o se equivocaban al momento de querer pisar el área. Y Águilas, que jugaba a no perder, intentaba explotando la velocidad de Salazar por la derecha. Con el paso de los minutos, los jugadores azules en el campo empezaron a sentir desespero y ansiedad por el empate sin goles y la falta de claridad, querían jugar al choque, buscando que el central les comprara alguna falta en el área o cerca.

El partido pedía a gritos un cambio, de nombres y de módulo, de hombres y de estructura. Gamero lo entendió y eejcutó. Dejó de lado el libreto de casi todas las semanas y exploró algo distinto: «Caballo» al campo, Emerson al banco, y de 4-2-3-1 pasamos a jugar 4-2-2-2, con Márquez y Uribe arriba para buscar arrastar marcas y abrir espacios, hasta ese momento no se veía por dónde…

Y fue así como se destrabó la contienda: apenas un minuto después, Román centró desde la derecha al segundo palo, Uribe se llevó las marcas y allá apareció el recién ingresado Márquez para empujar la pelota con el pie y poner a celebrar a toda la mejor hinchada de Colombia. 1-0. El Caballo lo celebró casi llorando en Oriental, y de ahí en adelante, cada vez que tomó la pelota se ganó ovaciones y aplausos de la hinchada.

Antes del gol, Millonarios era un equipo sin creatividad ni ideas, rayando en la desesperación en el frente de ataque. Después del gol, Millonarios mostró su mejor versión del partido y de los últimos partidos: orden, jerarquía, liderazgo, defensa con la pelota, variantes de ataque, ocasiones de gol. Curiosamente, Águilas llegó más a predios azules con el 0-0 que con el 1-0. Cuando estaba necesitado, el visitante fue completamente neutralizado.

El Millonarios post-gol si fue el equipo lleno de paciencia y jerarquía que se predica en las ruedas de prensa, un equipo que no solo supo defenderse con la pelota, sino que tuvo llegadas de gol desde todos los frentes. Hasta la media distancia, que pasó desapercibida durante 70 minutos, apareció en escena gracias a Yúber Quiñones, que entró con ganas de comerse al mundo y casi pone el segundo.

Fue una gran victoria por todo. Porque se espantaron los fantasmas de no poderle ganar a Águilas, porque se sacó el arco en ceros después de varias fechas de no lograrlo y de recibir tantos goles, porque por fin Ricardo Márquez volvió al gol, porque el equipo tuvo variantes desde el módulo que sirvieron para cambiar la historia y porque el equipo tuvo después la jerarquía de defender una ventaja sin sufrir. Ahora siguen tres partidos contra rivales de altos quilates, apenas para medir de qué está hecho este equipo.

Twitter: @elmechu

Esta es la Ficha Técnica del triunfo.