¡118 veces papá!
Con esas comunicaciones que se filtraron en las redes, en las que se hablaba de una estrategia paramilitar de la barra brava de Santa Fe para impedir el acceso de hinchas azules al estadio, nos imaginábamos todos una escena de guardias vestidos como los de «El juego del calamar», triangulito, circulito y cuadradito, con armas, milicia cardenal pura, en cada entrada de El CampÃn. «No olviden llevar su certificado de alérgico a las plumas», puso un tarado en Twitter. Cada estupidez de las barras -no importa el color- le ayuda al canal que todos sabemos a recaudar más suscripciones y a que los estadios estén cada vez más vacÃos. No entendemos ni aprendemos…
Finalmente, y afortunadamente, todo se quedó en una imagen en redes, muchos hinchas azules pudieron entrar al máximo escenario capitalino para ver el clásico, ya que los «locales» no quisieron agotar las entradas. Los hinchas azules no tenemos la culpa de eso. De hecho, el equipo de prensa de MundoMillos tuvo que ingresar al estadio con boleta, ya que la oficina de prensa de Santa Fe no quiso autorizarnos el acceso por prensa. Nos dijeron que «no habÃa cupos» y cuando entramos a occidental nos dimos cuenta que habÃa, por lo menos, siete mesas vacÃas.
Todo muy bien con el súper esquema de seguridad de la entrada al estadio de los santafereños, excepto por un pequeño detalle. Los partidos, queridos lectores rojos que hoy están dolidos, se juegan siempre en la cancha y no afuera. De nada sirve querer custodiar cada entrada de El CampÃn si se descuida lo que verdaderamente importa, que es la zaga defensiva. El Millonarios de Gamero necesitó 27 minutos para ganar el clásico, primero con dos pases mortales, uno de Emerson a Macka y otro de Macka a Román para definir ante la salida de Castellanos; y luego con una pintura de Pereira a Giraldo para dejar al volante dentro del área y sentenciar el 2-0. No vamos a mentir: todos los hinchas azules querÃamos un gol de Daniel a su exequipo y todos los santafereños temÃan que eso sucediera. Los pequeños detalles son los que le dan sentido a la vida.
TenÃa sentado a mi lado a Carlos Forero, quizá el mejor estadÃgrafo de fútbol que tiene este paÃs e hincha cardenal desde siempre. Somos grandes amigos desde hace varios años. Le dije «Carlitos, este Santa Fe de hoy no tiene nada», me dio la razón. Del Millonarios timorato, sin ideas, pasivo e inofensivo de la semana pasada no habÃa quedado nada. Con orden, solidez y velocidad, Millonarios ganaba el clásico con todos los argumentos y merecimientos. Era el minuto 30 del primer tiempo y la afición cardenal nada que encontraba el certificado de «alérgico a las plumas», se desesperó, se salió del partido. Tal vez ellos también sabÃan que no habÃa forma de volver.
Hubo un lapso de 23 minutos en los que Santa Fe le quitó la pelota a Millonarios, aunque con poca profundidad. Esteban Ruiz, que debutaba en el arco azul y jugaba por primera vez desde inicios de 2020, se encargó de que su primer partido con nuestra armadura sagrada quedara en el olimpo, muy parecido a lo que vivió Juanito Moreno en aquel 3-0 sobre Nacional de octubre de 2020. Luego vinieron los primeros cambios de la noche, que también fueron los que sepultaron el partido: en Millos, Mojica por Ruiz; en Santa Fe salieron Velázquez y Dinolis. Se acabó. Millonarios se sacudió y recuperó la pelota, y Santa Fe ya no volvió a pisar tierras azules. Quedaba más de la mitad del segundo tiempo, pero ya todos sabÃamos que la victoria 118 de la historia por Liga era una realidad.
Después dio la impresión de que si Millonarios hubiera acelerado otro poquito, la victoria se podÃa convertir en goleada. El equipo de Gamero dosificó, tuvo la pelota y administró muy bien su ventaja hasta el pitazo final. Una lección gigante nos dio el profe a todos los hinchas: se pueden ganar partidos sin Stiven Vega. Ese fue el mejor aprendizaje de la noche de «El Juego del calamar» bogotano.
Las caras largas de los santafereños en las gradas, frustrados por el resultado, por el juego de su equipo y por «la alergia a las plumas» pagó la boleta. Se dice siempre y se repite cuantas veces sea necesario: ganar el clásico de visitantes es diez veces más gratificante. HabÃan pasado 14 años desde la última vez que Millos le habÃa ganado a Santa Fe dos veces como visitante en un mismo año. Seguro que hay motivos para celebrar. Hijos nuestros morirán.
Twitter: @elmechu
Esta es la Ficha Técnica de la victoria