Noche de Ballet Azul continental
¡Qué noche!, ¡Qué baile!, ¡Qué segundo tiempo mágico! Para que todo el continente que lo vio por TV o Streaming se deleite y conozca un poco más sobre el famoso Millos, el Embajador, aquel equipo que en una época le ganaba a cualquiera. Para que todos -DT, jugadores e hinchas- ganemos un poquito más de esa mÃstica copera que históricamente siempre nos ha faltado. Para espantar esos fantasmas que siempre han acechado y que dicen que no nos ha ido bien en Conmebol frente a rivales argentinos.
Leo Castro fue el as y lideró la cruzada de una sinfonÃa de fútbol que duró un poco más de 45 minutos y que fue de lo mejor que se le ha visto al Millonarios de la era Gamero. El delantero tuvo una noche de ensueño: abrió el camino de penal, se mandó un golazo para asegurarlo y luego, en un acto de solidaridad y compañerismo, asistió a Macka para el puntillazo final cuando pudo haber optado por hacer la personal. Se llevó el premio a mejor jugador, los aplausos y los elogios.
Mira aquà las fotos del partido.
Porque en el primer tiempo a Castro le tocaba retroceder demasiado a tratar de jugar de pivote ya que el equipo no lograba pisar área contraria y por momentos Defensa y Justicia le quitó la pelota y la utilizó como arma para defender el empate, y lo logró. Leo era el jugador combativo, lleno de sacrificio, que trataba de jugar para el equipo porque el equipo no jugaba para él. Y asÃ, con dos equipos con esquemas similares, el primer periodo se fue en blanco y con pocas opciones de gol. Los argentinos hacÃan su negocio.
Fuerte debió ser el regaño del profe a sus dirigidos en el entretiempo, como también fuerte fue el cambio de mentalidad, actitud y fútbol que mostró el equipo en el complemento. De entrada, con Arias y Cortés asociándose por izquierda, con Macka como socio de todos, con Cataño haciendo las fintas por derecha y con Castro ya más metido en el área, el equipo de Gamero salió a arrollar a su rival y lo fue llevando poco a poco hasta que el VAR le ayudó al árbitro a sancionar un penal por mano en el área que Leo cambió por gol con un remate fuerte cruzado. CorrÃa el minuto 59.
A partir de ese momento, Defensa se cayó. Entre el golpe anÃmico del gol en contra, el peso de la altura de Bogotá en lo fÃsico y el ahogo que le hacÃa sentir el Millonarios del segundo tiempo, los argentinos nunca pudieron volver al partido. Al 69, Castro recibió un pase por el medio, lejos del área, le rompió la cintura a su marcador y arrancó en velocidad, avanzó unos varios metros y entrando al área metió un zurdazo cruzado al palo de la mano izquierda. El grito de gol sonó por toda la capital de Colombia y el partido estaba 2-0.
Tres minutos después, en otra brillante jugada del 23 de los azules, que aguantó en lÃnea para no caer en el fuera de juego y aprovechar un pelotazo largo, Castro avanzó por izquierda unos metros, vio que Macka entraba por el centro y le puso el pase de la muerte. El capitán recibió, aprovechó que el arquero quedó vencido y con el arco a su disposición puso el tercero. El estadio era una sola fiesta.
Lo que vino después fue ver a diez jugadores vestidos de azul y un portero de blanco divirtiéndose con el balón, paseando la pelota a lo largo y ancho del estadio y despertando el grito del «ole» en todas las tribunas. El profe hizo los cambios y llovieron los aplausos, cuando salió Leo, cuando salió Cataño, cuando salió Macka, cuando entraron Luis Carlos y Stiven, cuando se acabó el partido. Fue un segundo tiempo maravilloso, apoteósico, monumental.
El Embajador dio un golpe de autoridad. Peñarol y América Mineiro ya vieron lo que puede llegar a dar este equipo cuando está en su mejor versión. Los más de 20 mil hinchas que asistieron al partido salieron más que contentos y felices. Hubo noche de Ballet Azul continental en Bogotá.
Twitter: @elmechu
Esta es la Ficha Técnica del partido.
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