Millonarios 2022

Con cabeza fría: sin techo

Es como cuando debes dormir en casa ajena, trabajar en el computador de otro golpeando sus teclas desconocidas o, la peor, el afán físico inminente que te obliga a sentarte en un sanitario que no es el tuyo. Extrañeza, incomodidad, desorientación y básicamente «no sentirte tú mismo». Eso es lo mismo que -imaginamos- suele ocurrirle a los equipos de fútbol cuando deben sortear su localía con tribunas y césped distintos a su coloso original.

Muchos han sido los escenarios alternos que han alojado a Millonarios en condición de local. Una nota nuestra muy completa que puede ojear por acá los recapitula desde 1952 hasta 2021, iniciando en Itagüí y esa taquilla con la que le salvamos las arcas a Nacional, pasando por Cali, Sogamoso e Ibagué, hasta incluso las canchas alternas de la capital como el Campincito o el nostálgico Alfonso López de la Universidad Nacional.

Sin duda el primero que se nos arrima a la memoria es el estadio ‘Rodrigo Lara Bonilla’ en el barrio de Techo. La casa de Equidad fue inaugurada en 1995 tras su reestructuración y ha recibido, además, a Tigres, Academia, Fortaleza y Bogotá FC, entre otros huéspedes paulatinos. Su costo de arrendamiento y césped han sido en muchas ocasiones más accesibles y cómodos para esos oncenos que lo han elegido para sus disputas. La pregunta inmediata, volviendo a las huestes embajadoras, es por qué en tantas ocasiones pareciera haber una animadversión al escenario bogotano.

También te puede interesar El Día Después, de Leandro

A pesar de que Equidad ha hecho uso de éste desde su ascenso en 2007, doce años antes pudo haber sido una alternativa que no se contempló por diversas tangentes. Hoy tengo muy frescas tres: Jugábamos contra Cali en 2006 y la cancha del Campín era retazos de barro deplorables. La solución: mover la fecha, viajar hasta Tunja y devolver los dineros de las boletas a quienes no podían viajar. Recuerdo que, gracias al aviso de Sergio Camargo -mi amigo de Comandos de toda la vida-, me quedé dentro de la estación y no perdí el pasaje; ésa fue mi pequeña victoria, en ausencia de la deportiva en ‘La Independencia’. La segunda remembranza es en realidad un cúmulo de memorias y enemistades con las directivas del Club Deportivo Los Millonarios y las primeras con las de Azul y Blanco, a quienes no les interesaba tener público o, si mal no recuerdo y ustedes pueden confirmar, alegaban que las arcas azules no justificaban el alquiler del Campín para albergar hinchas. Las canchas de la Escuela General Santander, la Caja de Compensación Compensar, la ya mencionada de la ‘Nacho’ y las de Soacha y Zipaquirá fueron las elegidas entre 2008 y 2011 para disputar la Copa Colombia.

El estadio de Techo recoge mi tercer memoria y síntesis de esta reflexión. Diez años antes aseguramos el punto invisible que nos llevaría a la final de esa inolvidable campaña en un juego contra Envigado, con dos goles de los queridos Wilberto y Wason, bailando ‘La Tusa’ con el martillo de ‘Mundo Aventura’ como testigo. Los abonados cupieron sin problema y quienes además quisieron ir también encontraron una silla disponible (donde, con carpas y todo, habríamos cabido hace ocho días). ¿Por qué no se considera el escenario capitalino alterno más importante como primera opción cuando un concierto de Lady Gaga como en aquel momento, o uno de salsa como la semana pasada, sobreponen el negocio al propósito primario del terreno donado por don Nemesio Camacho? Excluyendo las dos elecciones de 2021 en Zipa (cancha horrible) y Manizales por la alerta roja en Bogotá por cuenta de la pandemia, hemos tenido que ir a Girardot o batallar contra la hora pico y los aguaceros que nada importan para los dueños de Win Sports y las élites de la Dimayor “por evitar dar ventajas deportivas”.  Si, EN BOGOTÁ. El alquiler y sus responsables, el miedo a jugar en el estadio del rival (que ahora Fortaleza erróneamente contempla anhelando dineros y aforos que no llegarán) y demás alegatos agotan, aburren, desilusionan y alejan a Millonarios del hincha (aún más). Ése que el fútbol moderno sigue rotulando como un somero actor de reparto.

Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano

También te puede interesar: Una disculpa pública