Con cabeza fría: pecar y rezar
Si algo necesitaba Millonarios era reponerse rápido del golpe, ser consciente de los yerros en la primera batalla y que quedan otros dos flancos en los cuales luchar. Uno inicia en mayo, para el que esperamos ver más de quienes no han tenido la oportunidad salvo casos de emergencia como Cortuluá y Jaguares. Otro, el de cada semana y en el que comandamos desde el cielo raso de la tabla.
Como lo decía uno de los miembros de este staff de Mundo Millos: preferir ser campeón por encima de los esfuerzos por ganar una llave llamada inaccesible desde el inicio y desde el derrotero de una carga que la dirigencia azul mandó a los hombros de cuerpo técnico, jugadores e hinchas. Pasada la página y con sangre en el ojo, volvía a Bogotá el profesor Gamero con la consigna clara, porque ahora sólo le queda ser campeón y el camino continuaba con la que debía ser la victoria 119 del derby capitalino.
Cosas muy puntuales sobre esta danza contra Santa Fe. Una, debimos ganar por al menos cinco o seis goles; un sueño que en estos últimos 25 años tenemos pendiente aún, destrozar en el tanteador al rival de patio y sumar un párrafo más a la historia embajadora. Supremacía, tranquilidad, dos primeros goles en momentos clave y la expulsión de quien gozó el primero en Ultra HD nos llevó a soñarlo. Pero nuevamente perdonamos y dos palazos sumaron al infortunio. No se trata de ser desagradecido, más bien de ser ambicioso cuando las condiciones lo avalen.
Dos, el liderato parece poco importar en un sistema que no lo premia en cuadrangulares, si en esos seis partidos no se mantiene la hegemonía del todos contra todos. Pero en la cabeza de los muchachos es un envión que los manda a estas dos semanas de recuperación con tranquilidad y buen sueño; tres semanas en total en las que nadie nos quita del primer lugar. Y tres, precisamente es la tranquilidad que vemos en la idea de lo que disfrutamos en el césped: un equipo. No hay un delantero llamado a salvar las papas calientes, no hay una figura absoluta que cargue el peso de una resolución. Cuando Macka se los come, está «Diegol»; cuando el profe saca a Eduardo ante nuestros reproches, está «Guerrita» para poner el moño y el baile; cuando un jugador se va por más pesos, llega otro que no sólo es figura por su gol y desempeño, sino que se ve más adaptado cada día a lo que el DT quiere. Un solo engranaje, un solo equipo.
Millonarios nos regala en estos días de reflexión y elecciones la paz de un buen juego, un liderato y la tranquilidad de saber que necesitamos sólo 7 de 30 puntos posibles para estar del otro lado. No sin antes reivindicarse como tantos padres olvidadizos y regalarle a su hijo cardenal una noche de goles y autoridad en su cumpleaños. Vienen semanas felices.
Carlos Martínez Rojas
@ultrabogotano
Pingback : EL ANÁLISIS DE DATOS: LA CLAVE EN MILLONARIOS – Mundo Millos