El día después: ¡a las armas, muchachos!
Dicen que Millonarios – Nacional o Nacional – Millonarios es clásico. “Súper clásico”, “el clásico de todos los tiempos” y otras exageraciones más. Para algunos, es el partido del año, del semestre. Para otros, sin tanta carga dramática, uno más en el calendario.
Días antes de este encuentro, los verdolagas, invictos hace un año como locales, 10 partidos con valla sin recibir gol y otros récords más, parecía que no tenían rival en el torneo. Hasta que llegó un equipo pintado de azul, de la cabeza a los pies, cantando con tono de Héctor Lavoe, 1-3 en el epílogo, “todo tiene su final / nadie dura para siempre”.
En la dictadura de las redes sociales, esa masa mínima que tiene ínfulas de creerse más, los montajes digitales presentaron jugadores verdes y blancos gigantes que pasean orondos por encima de íconos arquitectónicos de Bogotá y Medellín. Caminaban por encima de ellos. Los propagandistas, alias ‘community managers’, agitaron la masa digital y recrearon una simulación de señorío existente únicamente en su imaginario, creyendo que son de nuestro terruño. Una triste hipérbole mediática.
En su infinita torpeza creen que se llaman Nacional porque, aseguran, son “el equipo del país”. Una amable corrección: “de una parte del país”.
Antes eran navajas lanzadas desde la tribuna (Macalister lo confirmó hace tiempo). Ayer fue un bisturí sobre el brazo de Daniel Ruiz. Qué vergüenza: ¿no les da pena bajar la categoría de los elementos cortopunzantes lanzados desde la tribuna? No contentos con eso, también enviaron proyectiles en forma de monedas, como si fuéramos pordioseros o mendigos necesitados de dinero. Y rompieron el bus camino hacia Rionegro.
El fútbol tiene efecto búmeran. Nosotros también nos hemos comportado de igual forma en El Campín y sus alrededores. La ceja de ‘Carachito’ Domínguez todavía tiene la herida de esa tarde ante Deportivo Cali. La invasión de cancha ante Bucaramanga parece lejana. Las recientes peleas en Manizales e Ibagué, están bien documentadas. Y así podríamos seguir llenando de palabras los folios en blanco para los comportamientos propios que no dejarán de suceder en el corto plazo. ¿De verdad creemos que la postpandemia nos haría mejores?
Hoy todo es felicidad, jolgorio, alegría y burla hacia el rival. Uribe esparce sal en la cocina de su casa como ‘Salt Bae’ en su restaurante de Dubai. Macalister unió sus dedos como símbolo del culillo, del “se les hizo así”, con Dorlan Pabón haciendo mala cara y fundido en el abrazo hipócrita del jugador de fútbol profesional. Jáder saltó una y otra vez sobre el césped al ritmo del mapalé. Emerson fue tan intenso como la comezón producida por las almorranas que dejan el ano hinchado. Y Giraldo remató en el momento culmen para decir “no estamos extraviados”, justo cuando todo parecía perdido.
Fue una tarde pletórica. Nos sirve para aleccionarnos: esto es lo que nos vamos a encontrar en los siguientes seis partidos. ¡A las armas, muchachos! Tolima, Alianza Petrolera y América serán nuestros compromisos ida y vuelta. Y Millonarios no les ganó este segundo semestre.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco