El día después: seis oportunidades para “ser Millonarios”
El domingo, día de comunión por excelencia para celebrar la liturgia de la sagrada pelota, pasó un cisma que asestaría un golpe mortal en el fútbol mundial, en el viejo fútbol del viejo mundo, ese que acogemos por su tremenda calidad. Un domingo, también, Millonarios sellaba una clasificación no tan sufrida pero sí demasiado cuestionada, sobre todo por el trecho que debió transitar a lomo de burro, con altibajos, subiendo y bajando en la tabla de posiciones.
Para ser más claros, Millonarios solo estuvo una de las 18 fechas por fuera de los ocho clasificados. Fue regular en el torneo e irregular en sus modos de juego, ambas cosas altamente discutibles. Somos necios si no damos por sentado que muchas cosas se hicieron bien. Últimamente los cambios, esos que deben mejorar al equipo, han entrado al ritmo deseado. Que Jáder no es un mero talismán sino que ha evolucionado. Que Pereira hace crítica propia e implora por su lugar dentro del equipo. Que Vargas, el portero, debe mejorar pero tiene, parece, un lugar fijo. Que Vargas, el defensa, siempre tiene un pase bien guardadito.
Entre Vega y Chicho son los mejores jugadores de esta fase: enormes. La recuperación médica de Uribe y Mackalister ha sido un éxito y ambos son constantes: el primero por su plasticidad y vuelta al gol; el segundo por su posición en el terreno de juego, haciendo delicias con esa definición para el 2-0. Hay placer en los movimientos. Hay victoria en el esquema. Hay resultados innegables. Hay orden. Hay técnico, constancia y terquedad.
Todo venía mal para el Deportivo Cali y Alfredo Arias. Apenas bajó del bus, el técnico uruguayo dejó caer su chaqueta verde, siendo un presagio de una mala tarde. Desde el punto de vista táctico y después del 2-0, a la visita le bastó presionar dos grados más a Millonarios para que el descuento hiciera palidecer a los locales. Los niños caleños casi empatan. Los reclamos airados del estratega extranjero fueron el marco para su expulsión: Edilson Ariza se cansó y dos veces le mostró cartones diferentes. Entre el “yo no fui” y los dedos cruzados a la altura de su boca, en símbolo de silencio, pidió clemencia e intentó esclarecer que él no había espetado palabra alguna. Siempre fue tarde para Arias.
Chicho cerró el partido con el penal y con esa anotación llegó la tranquilidad por ganar el clásico añejo. Salimos airosos en poco más de una semana a la que llegamos con muchas dudas. La victoria ante Santa Fe en el minuto 90+6 y la goleada ante Deportivo Cali es indicador de tranquilidad porque el objetivo está planteado: debemos disputar y competir en las próximas fases en estadios vacíos, que son monumentos poco imponentes cuando no estamos nosotros, los hinchas.
Mientras el viejo fútbol como lo conocemos se va al abismo por culpa de financieros, de mega ricos avaros y altamente codiciosos, nuestro equipo nos regala un poco de sosiego en medio de tanta pandemia, de tanta porquería. Hay motivos para sonreír: tenemos salud y seis –posibles- partidos más.
Ya lo dijo Miguel Ángel Russo: “Millonarios tiene que entrar a los ocho, ganar las semifinales y después, ser Millonarios”.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco