El día después: la confusión y la inmadurez
Espero que la memoria no me traicione y pueda citar de forma correcta al gran Eduardo Galeano. Más o menos dice así: “los enemigos del fútbol son tres: el central y los dos líneas”. Si erré con la frase, seguro que me pasa lo mismo que Héctor Abad Faciolince, cuando menciona en sus diarios, que tienen por título “Lo que fue presente”, que sus citas son olvidadas por la memoria.
Debemos tener claro que ellos, los árbitros, son elementos circunstanciales y determinantes de cualquier juego. Para ser muy sinceros, Millonarios no empató con Equidad por culpa del árbitro pero sí queda transparente, a los ojos de todos, que incidió en el partido y su resultado final. Errores hay muchos y ellos, los vestidos de negro, cometen demasiados fecha tras fecha. Nadie tiene excusa y no merecen perdón. El solo hecho de salir del partido con escolta policial, ingresando a la zona mixta, es el reflejo de la molestia por causa de sus determinaciones.
Para no alargar más el tema arbitral, hablaré de reglas de juego y de John Hinestroza en el próximo MundoMillos Live.
A la pelota:
Causa bastante temor que en un torneo donde solo se clasifican cuatro, los puntos que lleva Millonarios al día de hoy empiecen a faltar en instancias finales. Segunda vez que escribo esto: los embajadores fueron más, otra vez, pero no alcanzó. Gamero entiende que se juega mejor pero la desconexión es real: la definición escasea, los errores individuales pesan toneladas (Faríñez dixit) y la toma de decisiones final, básicas en el deporte de alta competencia, no son adecuadas.
El mal sabor de boca es general y el malestar hace que todo tenga viso de tragedia. Ningún hincha está contento y no se repara en darle suficiente crédito al juego construido por el constructor samario. Los jugadores, protegidos por un aura de semi dioses, protestan al final del partido como si eso hiciera que el resultado fuera a favor de sus intereses. La paciencia empieza a bajar de precio y deja de ser negociable: en el fútbol dictatorial, el resultado es el que manda.
Perogrullada: jugar bien no significa ganar y perder no es sinónimo de hacer todo mal. Mi comprensión sobre este equipo pasa por entender que está deambulando por la inmadurez y esperamos que llegue pronto la plena adultez. Estoy convencido que trabajan sin descanso y necesito pensar que el despegue definitivo será ante los “millonarios” bolivianos.
Si vamos a escribir un diario de la victoria, que tenga inicio en una copa internacional sin olvidar el presente que ya debe quedar en el pasado, con borrón y cuenta nueva. Para nuestro bienestar mental debemos tener muy pronto un punto de inflexión porque, hasta el momento, reina la total confusión.
Próxima parada: los primeros noventa minutos de una copa soñada y bastante esquiva.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco