El día después: cadena de favores
Pintaba para partidazo. Y lo fue.
La majadería evidente en la que estamos inmersos, envueltos en una espiral de información tipo bombardeo que nos llega con frecuencia desde todas partes, hiperinformados hasta la saciedad, nos hace perder el norte cuando revisamos el fútbol como juego histórico. Esa renuencia a no llamar las cosas por su nombre es abundante: Millonarios y Deportivo Cali fueron los equipos modélicos de antaño, dirigidos por Don Álex y Don Alfonso; por ende, es un clásico del fútbol colombiano.
Y los clásicos no hay que jugarlos, hay que ganarlos.
A la sumatoria de variables en ambos tiempos reglamentarios, existió también una idea que emanada desde Jorge Luis Pinto en la rueda de prensa: se jugaron dos partidos diferentes. Discutible o no esa aseveración, a Millonarios le pegan pero devuelve el mismo golpe. Terrible o no, ir perdiendo en el primer tiempo no solo fue una cuestión defensiva, donde la parsimonia de los dos centrales es desesperante, sino también una falta de claridad en la idea dentro del equipo. El gol del Deportivo Cali, de Mercado, es falta de coordinación en todas las fases del juego.
Aún perdiendo, Millonarios fue rebelde los últimos quince minutos de la primera etapa y lleno de ideas desde la vara mágica de Pinto y Rincón, esa libreta repertorios mágicos inagotable, Pérez y Hansel cambiaron la normal dinámica a la que siempre se han visto abocados. Por la derecha del Deportivo Cali, Zapata fue más práctico desbordando, corriendo hasta el fondo del césped. Juan David, por su parte, se inclinó más al centro del campo, sin encontrar la perfecta sociedad con Macalister Silva.
Así como el fatídico 5 de junio no entendimos qué pasó en el entretiempo, anoche en esos 15 minutos antes del inicio de la segunda mitad se volvió a equilibrar la balanza a favor de los embajadores. Con empuje, coraje, huevos y uno que otro putazo del respetable, Millonarios aprovechó los boquetes defensivos que el visitante permitió. Pusineri no tuvo armas para tapar el hueco que siempre aprovecharon en la zona derecha de su propio campo. De paso, el estratega argentino nos hizo dos favores en esa misma zona: sacar a Feiver Mercado y Déiver Caicedo fue el mejor aliciente para que nosotros pudiéramos llegar al arco rival con más libertad y por la zona donde Hansel transitó tranquilo. ¿Y por cuál sector llegaron los goles? ¡Bingo!
José Guillermo Ortiz, el “fantás-tico”, tiene un romance con el gol, un ‘affaire’ con la tribuna. Con la magistral solvencia en la primera anotación y con la puntería clara en la segunda, el ariete se convierte, ¡ojo pues!, en el primer jugador del siglo XXI en apuntar siete goles en tres encuentros. Ya superó a Fernando Uribe y Dayro Moreno, por ejemplo. Encajar una racha tan positiva es ilusionarse con el futuro. Y sigue en la misma tónica en sus palabras: “esto es de Dios, es de mis compañeros, del trabajo de la semana”. Parece un casete, un loop, un sonsonete, pero es la realidad: con trabajo todo se corrige.
Hay misterios en el fútbol. Uno de ellos es que Millonarios, a pesar que tiene en sus defensas los puntos individuales más bajos del semestre, es el líder parcial de la liga con el goleador del torneo y ustedes saben qué otras buenas estadísticas más. ¿Se imaginan si no nos hicieran tantos goles y si no tuviéramos que remontar partidos? Sería la épica sinfonía embajadora, la perfecta conjugación de algo que se llame equipo de fútbol: haríamos una ronda musical en la pradera.
Nadie está feliz. Todos incómodos. Y de verdad, gracias por los favores recibidos.
Próximo partido: Atlético Nacional en el Atanasio Girardot. Será electrizante.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco