El día después: una nueva guerra
Hoy, un día después de terminar la fase de todos contra todos, después de 20 partidos, respiramos un aire diferente. Hemos llegado a la recta final de algo que parecía difícil de culminar porque los rivales nos plantearon que debíamos superarlos casi a todos. Los cuadrangulares están a la vuelta de la esquina y cada partido será más que una batalla: “el fútbol es la continuación de la guerra por otros medios” en palabras de Von Clausewitz.
Preparados o no, listos o medio hechos, a punto caramelo o sin hervir, debemos estar con la mirada puesta en un mini-torneo de seis fechas, locales y visitantes. Millonarios atravesará el país de norte (Santa Marta) a sur (Ipiales), con escala en el Valle del Cauca: la suerte está echada y no hay reversa.
Del partido de anoche, soso y flojo, quedan más certezas que dudas. La baja de Luis Payares –dolorosa porque perdemos un jugador clave para Jorge Luis Pinto, permitió que Bréiner Paz fuera el central elegido para acompañar a Rambal, la revelación consolidada en la defensa. Si anoche jugamos bien o mal, quedará para el recuerdo: Rionegro presionó con cuatro jugadores la salida desde la defensa y cuando el balón pasaba a los volantes o delanteros, doble línea de cuatro. Marrugo, con unos pulmones estratosféricos, se cansó de pedirla todo el tiempo. Entre todos hilvanaron un gol por esa misma presión (Barreto querido…) y de una jugada en ataque, recuperando, nació el balazo en los pies de Macalister, ese jugador que está dulce no solo con el gol sino con su nivel.
El empate fue el preámbulo de un apellido para corear. La noche capitalina volvió a investir a Luis Delgado como el héroe de una generación: el aplauso de la hinchada hacia él fue un gesto de amor profundo, de nunca olvidar y siempre repetir. Sobreviniendo el dolor familiar del pasado, Lucho nos admira, regala mimos y guantes de arquero: pasó los años más felices en la angustia de la enfermedad familiar y hoy ataja con regularidad en un equipo que pelea por quedarse en primera división. Menuda tarea: el ídolo, porque lo es, debe tener una carga más.
Inicia la guerra psicológica para todos. Los hinchas estamos a la expectativa: hay que revalidar el primer puesto llegando a una final porque es el anhelo supremo. Sin ningún tipo de ventaja reglamentaria, Jorge Luis Pinto, experto en sacar petróleo de esta nómina, tendrá la misión de motivar un equipo desde la idea porque hoy se necesitan hombres que sepan pelear partidos rugosos y debe tener jugadores prestos para el armazón táctico propuesto por sus rivales. No hay mayor motivación que salir campeón con esta sagrada camiseta y Pinto lo sabe: está en camino de la trascendencia
Los números del todos contra todos son periódico de ayer: a partir de hoy entramos en modo cábala, tensión permanente y juego inteligente. Todos jugamos, todo suma, todo es estrés. Estamos ante la oportunidad del futuro cercano: Millonarios con eme de mayo. Con eme de magia, madurez, misterio. Con eme de mística.
Próxima parada: ante Tigres como antesala del primer partido del cuadrangular, América de Cali.
Leandro J. Melo C.
Twitter: @lejameco