Canto de gol: el estallido
Cuatro momentos maravillosos que pudimos vivir anoche en casa. Cuatro abrazos que tuvieron un común denominador: el estallido espectacular de cuatro tribunas enloquecidas.
No sé qué habrá pasado con la gente del canal licenciatario y si acomodaron los micrófonos de forma estratégica. O si la ausencia de sus narradores tradicionales nos dieron protagonismo a los hinchas por encima de los periodistas. Pero precisamente al regresar temprano a casa, pudiendo revivir la repetición, comprobé y comprobamos el rugido increÃble de un estadio en el que las cuatro localidades se unieron para delirar.
Todos los tantos gozaron de su propia exclusividad. Dani Ruiz, seguramente en el mejor de sus momentos futbolÃsticos, facturó una pintura sobre el lienzo del arco norte. Para mÃ, entendiendo que existen directos e indirectos, sà debe ser considerado gol de tiro libre. Y semejante golazo fue el primer estallido de la tarde, en un mensaje mancomunado de ir contra la marea de fantasmas. El profesor González fue modesto al hablar de Dani, porque sà ha sido su cuerpo técnico el que ha repotenciado al talentoso volante.
El segundo, de un acierto absoluto de Alberto Gamero pero pausado por una lesión jarta, fue el de Kevin Palacios. El agua iba e iba al cántaro, y al fin se rompió. El tramacazo furioso también desató esa misma furia en las gradas, porque no entendÃamos como un buen Chicó seguÃa capaz de aguantar con un jugador menos la arremetida albiazul. Pirueta de Kevin y festejo desaforado en cada silla del estadio.
El estallido de nombre Falcao y de apellido GarcÃa tiene muchos matices. El goleador y jugador más importante de Colombia midiendo la pelota y anotando de cabeza como en sus mejores tiempos argentinos y europeos. El pase INFERNAL de un figurón de la cancha como Stiven Vega, tan criticado e insultado por esas mismas tribunas que ayer enmudecieron y les dolió aplaudir al volante Embajador. Y claro, irnos al fin arriba remontando un 0-2 jodido para cualquier ánimo futbolista y futbolero. Las lágrimas mÃas y de mis mejores amigos en mi sector. De la hija de uno de ellos que con su papá recorrió 296 kilómetros para por fin ver un gol de Radamel con sus propios ojos. De tres mamás que siguen conmoviéndose con cada jugada del Tigre. Un pico de éxtasis muy jodido de comparar.
Y el cierre del poker capitalino de domingo: Daniel Cataño. Luce tan diferente todo cuando el 10 no sólo viste sino que luce y hace honor a ese dorsal. Sencillo, atrevido, interesado en jugar y no en pelear. El moño no podÃa ser mejor, con un tiro libre impecable en el que jamás levanta la mirada, porque ya sabe que la magia está en la genialidad que, para despedir el domingo, volviera a hacer explotar los cimientos del CampÃn.
Gabriel Jiménez explicó en su cápsula los ingredientes estadÃsticos de una noche histórica, y siento que al no haberlo sabido seguimos sin dimensionar lo vivido. Aún asà le faltó en el conteo al ‘Mechu’ el gol del jugador más importante en la historia del balonpié nacional. Con nuestra camiseta. Con la camiseta de Millonarios.
El estallido de anoche es digno de todas las repeticiones que se nos antojen. Pongan todo el volumen al televisor, al celular, a los audÃfonos, a los computadores. Vuelvan a ver los goles y por favor déjense deleitar por ese eco celestial, por esas cuatro explosiones en la carrera 30 con calle 57. Y preparémonos, porque lo mejor está por venir.
El canto de gol para acompañar esta columna es el estallido de ‘Surfer Calavera’ de la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs:
Carlos MartÃnez Rojas
@ultrabogotano
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